6/11/2017, 17:48
Reiji, bajo el nombre de Jin había actuado con cautela, parecía no fiarse de nadie de los presentes, aun encontrándose en la misma situación que él, privados de sus objetos y de sus técnicas tan preciadas que los distinguían como ninjas.
Los otros parecían más conscientes de su situación y rápidamente actuaron contra el único varón de Amegakure, el cual quería quedarse y enfrentar a los desconocidos. A ninguno le pareció buena idea, y aunque fuese una acción suicida internarse en aquella tétrica y vieja casa, era lo único que podían hacer para esconderse del mal acechador. Otra risotada se escuchó por todo el lugar, y pareció que se metió en sus mentes como una pegadiza canción. Solo que eso no era pegadizo ni mucho menos, era aterrador.
Y, como antes habían escuchado una hoja desvainarse, ahora se escuchó de nuevo, pero esta vez clavándose en otro sitio. Parecía atravesar algo blando, un chillido desgarrador vino justo después, y la voz de aquel hombre que había chillado se fue apagando poco a poco.
Luego el silencio. Unos segundos fueron lo que duró aquello, donde incluso la lluvia pareció darles cuartel, sin embargo los murmullos y dos chillidos de felicidad volvieron a escucharse, luego pisadas, más pisadas, parecían correr. Una sombra se dibujó en la fachada de la casa, estaban a pocos metros de la posición de los genin, era ahora o nunca, entrar o quedarse a una muerte más que segura. Podrían ser más y sabían que iban armados.
Por eso tenían que huir lo antes posible.
Los otros parecían más conscientes de su situación y rápidamente actuaron contra el único varón de Amegakure, el cual quería quedarse y enfrentar a los desconocidos. A ninguno le pareció buena idea, y aunque fuese una acción suicida internarse en aquella tétrica y vieja casa, era lo único que podían hacer para esconderse del mal acechador. Otra risotada se escuchó por todo el lugar, y pareció que se metió en sus mentes como una pegadiza canción. Solo que eso no era pegadizo ni mucho menos, era aterrador.
Y, como antes habían escuchado una hoja desvainarse, ahora se escuchó de nuevo, pero esta vez clavándose en otro sitio. Parecía atravesar algo blando, un chillido desgarrador vino justo después, y la voz de aquel hombre que había chillado se fue apagando poco a poco.
Plof.
Luego el silencio. Unos segundos fueron lo que duró aquello, donde incluso la lluvia pareció darles cuartel, sin embargo los murmullos y dos chillidos de felicidad volvieron a escucharse, luego pisadas, más pisadas, parecían correr. Una sombra se dibujó en la fachada de la casa, estaban a pocos metros de la posición de los genin, era ahora o nunca, entrar o quedarse a una muerte más que segura. Podrían ser más y sabían que iban armados.
Por eso tenían que huir lo antes posible.
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