10/11/2017, 11:24
Kōri se había detenido un momento junto a Daruu, pero aunque Ayame no llegó a escuchar lo que le decía, sí se dio cuenta de que su compañero comenzaba de nuevo su retahíla entre aterrados y desesperados balbuceos mientras hacía sonar la campana con desgana:
—¡B-bollitos de calabaza! Nu-nu-nuevos bollitos... Por la te-te-te-temporada de-de-de Viento Gris...
Ante su queja al aire, Daruu se volvió hacia ella como pudo. Es decir, dando saltitos debajo de aquel enorme traje inflado. Lo que más le sorprendió a Ayame, fue ver que tenía el rostro pálido como la leche.
—Sigamostrabajandoporfavor. NoquierosabernadadeKōri —dijo, de manera atropellada, y Ayame parpadeó varias veces confundida.
Pero terminó por asentir y siguieron manos a la obra. Daruu seguía atrayendo a la clientela con su campana y sus gritos, mientras ella se encargaba de servir los bollitos que le pedían y recoger el dinero con una sonrisa. Así, poco a poco se iban vaciando las bandejas...
Y Ayame seguía sin haber probado un solo bollo de calabaza y vainilla.
—¡B-bollitos de calabaza! Nu-nu-nuevos bollitos... Por la te-te-te-temporada de-de-de Viento Gris...
Ante su queja al aire, Daruu se volvió hacia ella como pudo. Es decir, dando saltitos debajo de aquel enorme traje inflado. Lo que más le sorprendió a Ayame, fue ver que tenía el rostro pálido como la leche.
—Sigamostrabajandoporfavor. NoquierosabernadadeKōri —dijo, de manera atropellada, y Ayame parpadeó varias veces confundida.
Pero terminó por asentir y siguieron manos a la obra. Daruu seguía atrayendo a la clientela con su campana y sus gritos, mientras ella se encargaba de servir los bollitos que le pedían y recoger el dinero con una sonrisa. Así, poco a poco se iban vaciando las bandejas...
Y Ayame seguía sin haber probado un solo bollo de calabaza y vainilla.