10/11/2017, 19:41
Fue cuando cruzaron por una de las últimas calles antes de llegar a la Pastelería de Kiroe-chan que Ayame se paró en seco. Daruu casi chocó contra ella.
—¿Eh? ¿Qué pasa? —preguntó el muchacho.
Ayame había sacado varias monedas y las había puesto junto a la recolecta. Había encontrado el último bollo, por fin un premio que podía reclamar. Daruu sonrió.
—¡Anda, mira qué bien! Ha sobrado uno. Ahí lo tienes, tonta, ¿ves como podías probarlos?
Pero Ayame se dio la vuelta y le tendió la mano para ofrecerle medio bollo.
—¡Ah, no, no! —protestó Daruu—. Tranquila, yo me he quedado con la receta... Jijiji. ¡Me haré bollitos para mí! —Pero su tripa no opinaba lo mismo. Rugió con la furia de una manada de leones, y Daruu se vio obligado a tomar su parte del bollo—. Bueno, gracias... Y que esté un poco feo no importa. El bollo tiene los mismos ingredientes. Y con suerte este bulto de aquí es MÁS CREMA.
—¿Eh? ¿Qué pasa? —preguntó el muchacho.
Ayame había sacado varias monedas y las había puesto junto a la recolecta. Había encontrado el último bollo, por fin un premio que podía reclamar. Daruu sonrió.
—¡Anda, mira qué bien! Ha sobrado uno. Ahí lo tienes, tonta, ¿ves como podías probarlos?
Pero Ayame se dio la vuelta y le tendió la mano para ofrecerle medio bollo.
—¡Ah, no, no! —protestó Daruu—. Tranquila, yo me he quedado con la receta... Jijiji. ¡Me haré bollitos para mí! —Pero su tripa no opinaba lo mismo. Rugió con la furia de una manada de leones, y Daruu se vio obligado a tomar su parte del bollo—. Bueno, gracias... Y que esté un poco feo no importa. El bollo tiene los mismos ingredientes. Y con suerte este bulto de aquí es MÁS CREMA.