21/11/2017, 12:40
—Creo que nos ha salido bastante bien para ser la primera, creo que esto es el destino —afirmó Eri, bastante convencida, pero Ayame no pudo evitar ladear la cabeza ligeramente.
«¿El destino?» Meditó. ¿Qué podía querer el destino de que cantara con una kunoichi de Uzushiogakure frente a un público en Tanzaku Gai?
—Yo me noto bastante preparada, creo que la suerte del principiante nos puede estar mirando en este momento —completó, con una sonrisa—. Si quieres, podemos hacerlo una vez más y luego ya vamos, con suerte podremos ver al décimo actuar —sugirió cogiendo de nuevo su flauta con ímpetu.
Ayame respiró hondo.
—Está bien, una vez más y... vamos para allá...
Volvió a cantar, acompañada por la suave melodía de Eri y siguiendo su ritmo. El resultado fue similar a la de la anterior vez, aunque quizás le costó menos arrancar desde el principio. Fuera como fuese, la suerte estaba echada, y sólo podía rezar a Amenokami porque no le fallara la voz en el escenario. Allí no podría darse la vuelta para huir de las miradas clavadas sobre ella, tendría que enfrentarlas de frente... ¿Sería capaz de hacerlo? No quiso darle más vueltas al asunto para no terminar acobardándose. Y así, cuando ambas terminaron la canción, reanudaron el regreso hacia el escenario. La función ya había empezado hace tiempo, y en aquel preciso instante estaba actuando una joven de cabellos cortos y rebeldes que tocaba el violín al mismo tiempo que era capaz de bailar al frenético ritmo que ella misma se marcaba.
—Guau... —se le escapó a Ayame, en un murmullo maravillado.
«¿El destino?» Meditó. ¿Qué podía querer el destino de que cantara con una kunoichi de Uzushiogakure frente a un público en Tanzaku Gai?
—Yo me noto bastante preparada, creo que la suerte del principiante nos puede estar mirando en este momento —completó, con una sonrisa—. Si quieres, podemos hacerlo una vez más y luego ya vamos, con suerte podremos ver al décimo actuar —sugirió cogiendo de nuevo su flauta con ímpetu.
Ayame respiró hondo.
—Está bien, una vez más y... vamos para allá...
Volvió a cantar, acompañada por la suave melodía de Eri y siguiendo su ritmo. El resultado fue similar a la de la anterior vez, aunque quizás le costó menos arrancar desde el principio. Fuera como fuese, la suerte estaba echada, y sólo podía rezar a Amenokami porque no le fallara la voz en el escenario. Allí no podría darse la vuelta para huir de las miradas clavadas sobre ella, tendría que enfrentarlas de frente... ¿Sería capaz de hacerlo? No quiso darle más vueltas al asunto para no terminar acobardándose. Y así, cuando ambas terminaron la canción, reanudaron el regreso hacia el escenario. La función ya había empezado hace tiempo, y en aquel preciso instante estaba actuando una joven de cabellos cortos y rebeldes que tocaba el violín al mismo tiempo que era capaz de bailar al frenético ritmo que ella misma se marcaba.
—Guau... —se le escapó a Ayame, en un murmullo maravillado.