23/11/2017, 13:15
Sendos bokkens fueron depositados a los pies de los que pronto serían duelistas. Kuranosuke y Kintaro procedieron a ponerse de cuclillas, se saludaron como dictaba la tradición y tomaron sus respectivas espadas. Ambos asieron las armas con la "hoja" mirando al suelo y pegada a la cintura, como si se trataran de auténticas katanas envainadas. Acto seguido, se alzaron.
Entonces "desenvainaron" sus bokkens y los empuñaron con ambas manos, alzados hasta la altura del pecho, con una ligera inclinación hacia el oponente. Los dos combatientes hicieron que sus armas se tocaran entre sí, un gesto que representaba el pistoletazo de salida del enfrentamiento.
Kintaro llevó a cabo el primer movimiento. Rugiendo como un toro desbocado, avanzó un paso al frente y descargó un ataque vertical de arriba a abajo sobre Kuranosuke. Por su parte, el ninja lo bloqueó con su bokken sin moverse un solo centímetro de su posición inicial.
Otro golpe, en esta ocasión horizontal, a la altura del estómago. El tuerto esquivó con un breve salto hacia atrás de no más de diez centímetros. Encolerizado, el grandullón echó otra zancada hacia delante y trató de llevar a cabo un segundo tajo vertical. En este caso, Kuranosuke dio un tranco hacia la derecha, apartándose justo a tiempo.
Ni siquiera golpeó a Kintaro. Se limitó a levantar el bokken lo suficiente como para que la punta pudiera tocarle el pecho. El otro duelista ni tuvo tiempo para alzar su arma, se había quedado paralizado al sentir el duro contacto de la derrota.
El tuerto había salido exitoso.
Los discípulos que hasta ese momento habían estado observando el combate comenzaron a cuchichear entre sí. Miyamoto-sensei se limitó a suspirar.
—Gana el aspirante.
Kintaro dejó caer con desprecio el bokken sobre el tatami, y sin mediar palabra con nadie, se marchó. Aunque apenas perceptible, Kuranosuke esbozó una media sonrisa.
Con toda la conmoción, el tuerto no había caído en la cuenta de que había una mujer entre el público que obviamente no formaba parte de los estudiantes del dojo. En su cuello podía observarse el hitai-ate de Ame.
El muchacho "enfundó" el bokken y alzó la voz, mirando directamente a los ojos a Reika.
—¿Y tú, ninja de Amegakure? ¿Estás aquí solo para observar, o deseas enfrentarme? —dijo, retándola con una tenue neutralidad que ocultaba el rechazo de un huracán.
—Ella no es una estudiante de Yaburi, no puede formar parte de tu reto —se interpuso de inmediato la mujer.
—No se preocupe, Miyamoto-dono, estoy más que dispuesto a continuar con mi reto cuando termine con ella.
Entonces "desenvainaron" sus bokkens y los empuñaron con ambas manos, alzados hasta la altura del pecho, con una ligera inclinación hacia el oponente. Los dos combatientes hicieron que sus armas se tocaran entre sí, un gesto que representaba el pistoletazo de salida del enfrentamiento.
Kintaro llevó a cabo el primer movimiento. Rugiendo como un toro desbocado, avanzó un paso al frente y descargó un ataque vertical de arriba a abajo sobre Kuranosuke. Por su parte, el ninja lo bloqueó con su bokken sin moverse un solo centímetro de su posición inicial.
Otro golpe, en esta ocasión horizontal, a la altura del estómago. El tuerto esquivó con un breve salto hacia atrás de no más de diez centímetros. Encolerizado, el grandullón echó otra zancada hacia delante y trató de llevar a cabo un segundo tajo vertical. En este caso, Kuranosuke dio un tranco hacia la derecha, apartándose justo a tiempo.
Ni siquiera golpeó a Kintaro. Se limitó a levantar el bokken lo suficiente como para que la punta pudiera tocarle el pecho. El otro duelista ni tuvo tiempo para alzar su arma, se había quedado paralizado al sentir el duro contacto de la derrota.
El tuerto había salido exitoso.
Los discípulos que hasta ese momento habían estado observando el combate comenzaron a cuchichear entre sí. Miyamoto-sensei se limitó a suspirar.
—Gana el aspirante.
Kintaro dejó caer con desprecio el bokken sobre el tatami, y sin mediar palabra con nadie, se marchó. Aunque apenas perceptible, Kuranosuke esbozó una media sonrisa.
Con toda la conmoción, el tuerto no había caído en la cuenta de que había una mujer entre el público que obviamente no formaba parte de los estudiantes del dojo. En su cuello podía observarse el hitai-ate de Ame.
El muchacho "enfundó" el bokken y alzó la voz, mirando directamente a los ojos a Reika.
—¿Y tú, ninja de Amegakure? ¿Estás aquí solo para observar, o deseas enfrentarme? —dijo, retándola con una tenue neutralidad que ocultaba el rechazo de un huracán.
—Ella no es una estudiante de Yaburi, no puede formar parte de tu reto —se interpuso de inmediato la mujer.
—No se preocupe, Miyamoto-dono, estoy más que dispuesto a continuar con mi reto cuando termine con ella.