28/11/2017, 00:50
Kuranosuke seguía con ganas de más, pero la sensei del dojo no anunció el siguiente discípulo como había hecho hasta ahora. En su lugar, la mujer se mantenía con los brazos cruzados y los ojos cerrados, pensativa. El tuerto la observó con suma atención, deseoso de conocer su siguiente paso.
—Ya veo que tu convicción es auténtica, Sakamoto-kun. No veo necesidad de seguir inoportunando a mis discípulos, yo misma te enfrentaré —afirmó con su característica dignidad de siempre.
El muchacho de Kusa esbozó una sonrisa, una sonrisa auténtica, que no albergaba intenciones ocultas ni sarcasmos.
Para esto había venido; era el momento de la verdad. La adrenalina se desbocó en su riego sanguineo como si se tratara de una furiosa corriente de aire que barre las hojas marchitas del suelo.
La mujer se aproximó al ring virtual que se había creado en el centro del dojo. Recuperó el bokken que yacía sobre el frío tatami. Kuranosuke tomó aire, llenando sus pulmones, y lo expulsó con lentitud. Reparó en el hecho de que estaba temblando, pero no de miedo, si no de emoción.
Yumiko suspiró.
—¿Estás seguro de que este es tu deseo, Sakamoto-kun?
—Lo estoy.
—Está bien...
La pose adecuada. El saludo tradicional. El choque de armas.
Los dos estaban listos.
En esta ocasión, Kuranosuke se ocupó de tomar la delantera. Primero un tajo vertical para probar las defensas de la sensei. Esta lo bloqueó sin despeinarse. Otro golpe a la altura de la cadera, horizontal. Ella dio un paso hacia atrás como si fuera lo más sencillo del mundo.
Con un paso al frente la sensei retornó a su posición inicial. Lanzó un corte horizontal al flanco derecho de Kuranosuke. El tuerto lo bloqueó, pero notó en sus carnes la combinación de fuerza, precisión y velocidad que demostraba la mujer de cabellos violáceos. No obstante, esto no lo disuadió, solo lo llevó a concentrarse todavía más en la victoria.
Los combatientes intercambiaron golpes de esta manera durante unos minutos. Era claro para cualquier miembro del público que Yumiko llevaba la ventaja, pero no lograba rematar la jugada. Una gota de sudor, bella como una perla, se deslizó a lo largo de la frente del genin.
—Tu habilidad es impresionante para alguien tan joven, pero me temo que no puedo echar por tierra mi honor como sensei del dojo. Será un placer convertirte en mi pupilo —sentenció.
Parecía que la maestra no había estado peleando con la totalidad de sus capacidades hasta ese momento. Sus tajos, de pronto, se tornaron mucho más rápidos y agresivos. Kuranosuke no pudo mantener su expresión de neutralidad, transformándola en una de peligro con la mandíbula tensada y visible.
Y eventualmente ocurrió. La mujer lanzó un ataque con tanto ímpetu que el bokken salió volando de las manos del tuerto cuando el referido trató de bloquearlo.
Kuranosuke dejó escapar un largo y sonoro suspiro.
—Parece ser que no soy lo suficientemente bueno... sensei.
—Ya veo que tu convicción es auténtica, Sakamoto-kun. No veo necesidad de seguir inoportunando a mis discípulos, yo misma te enfrentaré —afirmó con su característica dignidad de siempre.
El muchacho de Kusa esbozó una sonrisa, una sonrisa auténtica, que no albergaba intenciones ocultas ni sarcasmos.
Para esto había venido; era el momento de la verdad. La adrenalina se desbocó en su riego sanguineo como si se tratara de una furiosa corriente de aire que barre las hojas marchitas del suelo.
La mujer se aproximó al ring virtual que se había creado en el centro del dojo. Recuperó el bokken que yacía sobre el frío tatami. Kuranosuke tomó aire, llenando sus pulmones, y lo expulsó con lentitud. Reparó en el hecho de que estaba temblando, pero no de miedo, si no de emoción.
Yumiko suspiró.
—¿Estás seguro de que este es tu deseo, Sakamoto-kun?
—Lo estoy.
—Está bien...
La pose adecuada. El saludo tradicional. El choque de armas.
Los dos estaban listos.
En esta ocasión, Kuranosuke se ocupó de tomar la delantera. Primero un tajo vertical para probar las defensas de la sensei. Esta lo bloqueó sin despeinarse. Otro golpe a la altura de la cadera, horizontal. Ella dio un paso hacia atrás como si fuera lo más sencillo del mundo.
Con un paso al frente la sensei retornó a su posición inicial. Lanzó un corte horizontal al flanco derecho de Kuranosuke. El tuerto lo bloqueó, pero notó en sus carnes la combinación de fuerza, precisión y velocidad que demostraba la mujer de cabellos violáceos. No obstante, esto no lo disuadió, solo lo llevó a concentrarse todavía más en la victoria.
Los combatientes intercambiaron golpes de esta manera durante unos minutos. Era claro para cualquier miembro del público que Yumiko llevaba la ventaja, pero no lograba rematar la jugada. Una gota de sudor, bella como una perla, se deslizó a lo largo de la frente del genin.
—Tu habilidad es impresionante para alguien tan joven, pero me temo que no puedo echar por tierra mi honor como sensei del dojo. Será un placer convertirte en mi pupilo —sentenció.
Parecía que la maestra no había estado peleando con la totalidad de sus capacidades hasta ese momento. Sus tajos, de pronto, se tornaron mucho más rápidos y agresivos. Kuranosuke no pudo mantener su expresión de neutralidad, transformándola en una de peligro con la mandíbula tensada y visible.
Y eventualmente ocurrió. La mujer lanzó un ataque con tanto ímpetu que el bokken salió volando de las manos del tuerto cuando el referido trató de bloquearlo.
Kuranosuke dejó escapar un largo y sonoro suspiro.
—Parece ser que no soy lo suficientemente bueno... sensei.