28/11/2017, 12:20
(Última modificación: 28/11/2017, 12:27 por Aotsuki Ayame.)
Y mientras ambas estaban absortas con la violinista, una voz las sorprendió:
—¡Eri-chan! —La voz se dirigía hacia la pelirroja, pero Ayame se volvió también. Para sorpresa de la Amejin, se encontró cara a cara con un ninja de Uzushiogakure al que ella ya conocía y cuyo carismático gesto era imposible de olvidar.
No le había vuelto a ver desde el Torneo de los Dojos, pero aquellos ojos zorrunos cargados de astucia, aquel peinado recogido en un moño alto y dos trenzas laterales, aquel estilo despreocupado y casi vago...
—¡Oh, Patsue-san!
El gesto del chico fue mutando rápidamente cuando pareció reconocerla. De la alegría al ver a su compañera de aldea pasó a la sorpresa y después... a un profundo desagrado. Ayame parpadeó, confusa, pero el Uchiha se volvió hacia Eri.
—No me digas que… Vosotras dos… —Parecía incrédulo, y su voz se convirtió en un fino hilo, desgastado y chillón—. Tía, ¿¡me has puesto los cuernos!? ¡¿Con ella?!
—Q... ¡¿QUÉ?! —exclamó Ayame, que se había sonrojado hasta las orejas.
—¡Pensaba que éramos una pareja fiel! —aullaba. Profundamente herido, se llevó una mano al pecho, estujándose el jersey como si le doliera tanto que quisiera arrancarse el corazón para aliviar aquel sufrimiento.
—¿Qué? —intervino Eri, frunciendo el ceño—. ¡Pero bueno! Primero, no sabía que ibas a estar aquí, Datsue; y segundo, ¿cómo que te he puesto los cuernos con ella?
—Me rompes el corazón, Eri...
—¡Pero si no somos ningún tipo de pareja! —continuó, ofendida—. Y te recuerdo que fuiste tú el que me dijiste que trabajaba solo, ¿o no? ¡Embustero!
Ayame no entendía absolutamente nada. Pero, con el gesto descompuesto por el absoluto desconcierto, alzó las manos en un gesto apaciguador.
—¡No es lo que parece! Bueno... ni siquiera lo parece... E... ¡esto es un malentendido! ¿Cómo va Eri-san a...? No... yo ni siquiera soy... lesbiana... —balbuceaba, en un vano intento por relajar la tensión. Pero entonces cayó en la cuenta de algo, y entreabrió los labios durante unos instantes—. Pero... ¿tú no estabas casado con... Mariko-san, Patsue-san?
—¡Eri-chan! —La voz se dirigía hacia la pelirroja, pero Ayame se volvió también. Para sorpresa de la Amejin, se encontró cara a cara con un ninja de Uzushiogakure al que ella ya conocía y cuyo carismático gesto era imposible de olvidar.
No le había vuelto a ver desde el Torneo de los Dojos, pero aquellos ojos zorrunos cargados de astucia, aquel peinado recogido en un moño alto y dos trenzas laterales, aquel estilo despreocupado y casi vago...
—¡Oh, Patsue-san!
El gesto del chico fue mutando rápidamente cuando pareció reconocerla. De la alegría al ver a su compañera de aldea pasó a la sorpresa y después... a un profundo desagrado. Ayame parpadeó, confusa, pero el Uchiha se volvió hacia Eri.
—No me digas que… Vosotras dos… —Parecía incrédulo, y su voz se convirtió en un fino hilo, desgastado y chillón—. Tía, ¿¡me has puesto los cuernos!? ¡¿Con ella?!
—Q... ¡¿QUÉ?! —exclamó Ayame, que se había sonrojado hasta las orejas.
—¡Pensaba que éramos una pareja fiel! —aullaba. Profundamente herido, se llevó una mano al pecho, estujándose el jersey como si le doliera tanto que quisiera arrancarse el corazón para aliviar aquel sufrimiento.
—¿Qué? —intervino Eri, frunciendo el ceño—. ¡Pero bueno! Primero, no sabía que ibas a estar aquí, Datsue; y segundo, ¿cómo que te he puesto los cuernos con ella?
—Me rompes el corazón, Eri...
—¡Pero si no somos ningún tipo de pareja! —continuó, ofendida—. Y te recuerdo que fuiste tú el que me dijiste que trabajaba solo, ¿o no? ¡Embustero!
Ayame no entendía absolutamente nada. Pero, con el gesto descompuesto por el absoluto desconcierto, alzó las manos en un gesto apaciguador.
—¡No es lo que parece! Bueno... ni siquiera lo parece... E... ¡esto es un malentendido! ¿Cómo va Eri-san a...? No... yo ni siquiera soy... lesbiana... —balbuceaba, en un vano intento por relajar la tensión. Pero entonces cayó en la cuenta de algo, y entreabrió los labios durante unos instantes—. Pero... ¿tú no estabas casado con... Mariko-san, Patsue-san?