30/11/2017, 13:46
—Me refería a pareja musical… —respondió Datsue.
—Ah... —balbuceó Ayame.
—Pero ya veo que todo era una mentira. Un genjutsu que me hice a mí mismo. Muy bien —continuó, asintiendo con la cabeza—, nos vemos en el escenario —sentenció, como si de un campo de combate a muerte se tratara y no un simple escenario, y Ayame se estremeció involuntariamente.
Pero Eri había fruncido los labios en un gesto desafiante:
—Muy bien.
Buena suerte.
Antes de marcharse, les tendió la mano, y Ayame se la estrechó con cierto nerviosismo.
—B... buena suerte.
Con el ceño ligeramente fruncido, Ayame le observó alejarse. Puede que no hubiera recordado adecuadamente su nombre, pero en su memoria estaba grabado a fuego (casi literalmente) su apellido y sus ojos... Aquellos fascinantes y terroríficos ojos del color de la sangre que aún le causaban pesadillas. Uchiha Datsue. Uchiha Akame. Ambos tenían aquellos ojos. ¿Serían familia? ¿Sería Datsue tan fuerte como Akame? ¿Tendría él aquella habilidad sobrehumana para el combate?
«Ni un golpe.» Resonó de nuevo en su cabeza aquella maligna vocecilla, y Ayame sacudió la cabeza para deshacerse de la opresiva sensación en el pecho.
—No quisiera que algo así os enemistara, Eri-san... —le comentó a su compañera, apenada—. Si quieres ir con él, yo no tengo ningún problema. Después de todo, él es un compañero de tu villa mientras que yo...
—Ah... —balbuceó Ayame.
—Pero ya veo que todo era una mentira. Un genjutsu que me hice a mí mismo. Muy bien —continuó, asintiendo con la cabeza—, nos vemos en el escenario —sentenció, como si de un campo de combate a muerte se tratara y no un simple escenario, y Ayame se estremeció involuntariamente.
Pero Eri había fruncido los labios en un gesto desafiante:
—Muy bien.
Buena suerte.
Antes de marcharse, les tendió la mano, y Ayame se la estrechó con cierto nerviosismo.
—B... buena suerte.
Con el ceño ligeramente fruncido, Ayame le observó alejarse. Puede que no hubiera recordado adecuadamente su nombre, pero en su memoria estaba grabado a fuego (casi literalmente) su apellido y sus ojos... Aquellos fascinantes y terroríficos ojos del color de la sangre que aún le causaban pesadillas. Uchiha Datsue. Uchiha Akame. Ambos tenían aquellos ojos. ¿Serían familia? ¿Sería Datsue tan fuerte como Akame? ¿Tendría él aquella habilidad sobrehumana para el combate?
«Ni un golpe.» Resonó de nuevo en su cabeza aquella maligna vocecilla, y Ayame sacudió la cabeza para deshacerse de la opresiva sensación en el pecho.
—No quisiera que algo así os enemistara, Eri-san... —le comentó a su compañera, apenada—. Si quieres ir con él, yo no tengo ningún problema. Después de todo, él es un compañero de tu villa mientras que yo...