1/12/2017, 22:32
Kuranosuke se quedó en silencio un par de segundos procesando la información que el chuunin le había proporcionado. Solo entonces respondería a sus palabras de la siguiente manera:
—No sabía que nuestras vistas y nuestros comerciantes fueran mejores que los del País de la Tormenta. Tomo nota.
Parecía que el muchacho no iba a simplemente limitarse a hacer una suerte de chequeo de rutina.
—¿Por qué no? Esto forma parte del territorio de nuestro señor feudal, después de todo.
Diría en respuesta al comentario del médico sobre no esperar cruzarse con un shinobi de Kusagakure en aquellos lares.
Resultaría ser entonces que el nombre de aquel muchacho no era otro que Sakamoto Kuranosuke, un genin de Kusa, el guardián del arrozal.
«Curioso que se le asigne una tarea como esta a un ninja de tan bajo rango...»
Pensó Mogura. Después de todo, si él no se mostrase tan dispuesto a entablar una conversación, Kuranosuke se vería en la obligación de detenerle por la fuerza. ¿Estaría el joven genin a la altura de la situación?
Quizás ese día no lo averiguarían.
Dime, ¿no era Manase el apellido de uno de los jōnin que participaron en el intento de captura fallido de los Arrozales del Silencio por parte de Amegakure en el año 209?
Una ligera sonrisa se marcaría durante un instante en el rostro del médico.
¡Eso sería imposible, Sakamoto-san...!
Exclamaría con una voz más aguda que antes y un tono un poco más jocoso.
Los únicos Manase que Amegakure tenía en el 209 eran dos jōnin retirados que se encontraban cuidando un simple niño en la aldea.
Contestaría volviendo a su tono usual de voz, marcadamente serio y que no comunicaba otra cosa que la verdad, ni hablar de que la sonrisa en su rostro se había desvanecido en un serio semblante. 8 años atrás, un pequeño Mogura ya habría sido dejado en manos de sus abuelos cuando sus padres decidirían dejar atrás su vida como shinobi y marcharse para no mirar atrás.
—No sabía que nuestras vistas y nuestros comerciantes fueran mejores que los del País de la Tormenta. Tomo nota.
Parecía que el muchacho no iba a simplemente limitarse a hacer una suerte de chequeo de rutina.
—¿Por qué no? Esto forma parte del territorio de nuestro señor feudal, después de todo.
Diría en respuesta al comentario del médico sobre no esperar cruzarse con un shinobi de Kusagakure en aquellos lares.
Resultaría ser entonces que el nombre de aquel muchacho no era otro que Sakamoto Kuranosuke, un genin de Kusa, el guardián del arrozal.
«Curioso que se le asigne una tarea como esta a un ninja de tan bajo rango...»
Pensó Mogura. Después de todo, si él no se mostrase tan dispuesto a entablar una conversación, Kuranosuke se vería en la obligación de detenerle por la fuerza. ¿Estaría el joven genin a la altura de la situación?
Quizás ese día no lo averiguarían.
Dime, ¿no era Manase el apellido de uno de los jōnin que participaron en el intento de captura fallido de los Arrozales del Silencio por parte de Amegakure en el año 209?
Una ligera sonrisa se marcaría durante un instante en el rostro del médico.
¡Eso sería imposible, Sakamoto-san...!
Exclamaría con una voz más aguda que antes y un tono un poco más jocoso.
Los únicos Manase que Amegakure tenía en el 209 eran dos jōnin retirados que se encontraban cuidando un simple niño en la aldea.
Contestaría volviendo a su tono usual de voz, marcadamente serio y que no comunicaba otra cosa que la verdad, ni hablar de que la sonrisa en su rostro se había desvanecido en un serio semblante. 8 años atrás, un pequeño Mogura ya habría sido dejado en manos de sus abuelos cuando sus padres decidirían dejar atrás su vida como shinobi y marcharse para no mirar atrás.
Hablo - Pienso