5/12/2017, 00:57
Era consciente de que Kumopansa era un jodido culo inquieto y que no le agradaba en absoluto aquello. Pero para mi, la meditación era uno de los pequeños placeres de la vida. Uno de aquellos que pocos sabían apreciar. como era el caso de esa jodida ocho patas.
El arácnido soltó un bufido y se dio media vuelta y pude sentir los pequeños saltitos que daba en mi coronilla.
— Por Dios santo, araña de las narices. Esperate 5 minutos y nos vamos
Pero ya no me atendía. De un brinco descendió a tierra firme dejándome atrás con mi meditación.
— ¡Eh, tú, moza! Seguro que contigo me lo paso mejor que con el salao ese
«¿Qué coño? Anda no me jodas..»
La meditación se fue rápidamente a la mierda en cuanto la escuché hablar. Tuve que darme media vuelta...
«Otra vez no..»
Pero sí, lo estaba volviendo a hacer. Era especialista en molestar a la gente y ahora la había tomado con una muchacha de cabellos morados y que lucía un protector de Kusagakure en la frente. Estaba parada, frente a la araña y no me quitaba el ojo de encima. Bajé de la barandilla y la miré avergonzado por mi acompañante arácnido.
— ¡Eh! ¡Estoy aquí! — chillaba la araña, negra como el carbón y tras la omisión empezó a escalar por la pierna de la joven.
— Esto.. — dije con las mejillas sonrojadas de pura verguenza — disculpala a veces puede ser bastante molesta. Vamos, Kumopansa, baja de ahí
El arácnido soltó un bufido y se dio media vuelta y pude sentir los pequeños saltitos que daba en mi coronilla.
— Por Dios santo, araña de las narices. Esperate 5 minutos y nos vamos
Pero ya no me atendía. De un brinco descendió a tierra firme dejándome atrás con mi meditación.
— ¡Eh, tú, moza! Seguro que contigo me lo paso mejor que con el salao ese
«¿Qué coño? Anda no me jodas..»
La meditación se fue rápidamente a la mierda en cuanto la escuché hablar. Tuve que darme media vuelta...
«Otra vez no..»
Pero sí, lo estaba volviendo a hacer. Era especialista en molestar a la gente y ahora la había tomado con una muchacha de cabellos morados y que lucía un protector de Kusagakure en la frente. Estaba parada, frente a la araña y no me quitaba el ojo de encima. Bajé de la barandilla y la miré avergonzado por mi acompañante arácnido.
— ¡Eh! ¡Estoy aquí! — chillaba la araña, negra como el carbón y tras la omisión empezó a escalar por la pierna de la joven.
— Esto.. — dije con las mejillas sonrojadas de pura verguenza — disculpala a veces puede ser bastante molesta. Vamos, Kumopansa, baja de ahí
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa