7/12/2017, 16:27
El tuerto abandonó el dojo con semblante reflexivo. Deseoso de distraer su mente y abstraerse de los últimos acontecimientos del día, se encaminó dirección a una de las múltiples librerías de Tane-Shigai —su favorita entre todas ellas, llamada "El perro lector"— para echar un vistazo entre las últimas obras de ficción.
Como solía ser habitual en el establecimiento, el ambiente resultaba agradablemente hogareño y no se veía abarrotado por mareas de clientes.
—Buenas tardes, Sakamoto-kun —le dijo el hombre tras el mostrador al momento en el que el tuerto puso un pie dentro.
—Buenas tardes.
Se trataba del dueño del establecimiento, un hombre de tez más bien pálida, completamente calvo, de mirada amable y facciones arrugadas por el duro paso de los años. Siempre se alegraba al ser consciente de la figura del muchacho, pues era uno de sus más ávidos clientes.
—¿En busca de las nuevas entregas?
Kuranosuke asintió.
—Entonces déjame que eche un vistazo...
Como solía ser habitual en el establecimiento, el ambiente resultaba agradablemente hogareño y no se veía abarrotado por mareas de clientes.
—Buenas tardes, Sakamoto-kun —le dijo el hombre tras el mostrador al momento en el que el tuerto puso un pie dentro.
—Buenas tardes.
Se trataba del dueño del establecimiento, un hombre de tez más bien pálida, completamente calvo, de mirada amable y facciones arrugadas por el duro paso de los años. Siempre se alegraba al ser consciente de la figura del muchacho, pues era uno de sus más ávidos clientes.
—¿En busca de las nuevas entregas?
Kuranosuke asintió.
—Entonces déjame que eche un vistazo...