9/12/2017, 19:08
Kikazura Hirami estaba de buen humor ese día. Ririki había llegado a visitarlas desde temprano, y entre las tres habían hecho un bonito (aunque no muy grande) desayuno. Taeko se arriesgó a perder los ánimos de su madre al decirle que iría a entrenar esa mañana. Su madre suspiró, pero le soltó un amable "Está bien, ve con cuidado."
Parecía que su madre estaba aceptando al fin la vocación de la jovencita como ninja. Así que, con una gran sonrisa, un hanfu amarillo suave y su equipo de combate, Kikazura Taeko partió hacia los dojos de entrenamiento. Sacó un par de shuriken y comenzó a girarlos por el anillo en sendos dedos índices.
"Pronto" pensó "Ya lo puedo sentir. No hace falta mucho para poder usar la Sagin. Pero no debo de apresurarme. Todo a su tiempo, como dice mamá. Dejaré de ser..."
No sabía cómo le había hecho para ir todo el camino dese su casa hasta los dojos ensimismada en sus pensamientos, y sin chocar con nadie. Sin embargo, un muro invisible la detuvo de repente cuando alzó la mirada y se fijó en quién estaba en ese momento en el área.
"Débil."
Era Sasagani Yota.
Taeko se sonrojó de repente, y los shuriken se detuvieron en sus manos. Los apretó con fuerza (aunque de los lados planos, claro. No apretaría algo tan filoso sin cuidado). Sintió una molestia creciente en su estómago y su cabeza. Era el chico con quien había luchado en esa misión rango S. Tenía vagos recuerdos sobre aquel momento. Recordaba que habían luchado fieramente, y que por culpa de ella él había acabado herido. Pero también recordaba que, en un fugaz momento de euforia, Yota la había besado.
Y no podía perdonarle el haberle robado su primer beso.
Con el ceño fruncido, la boca torcida y un borrón rojo sobre sus mejillas, entró al dojo, pues era el lugar indicado para practicar su técnica. Y el día antes de eso no habría podido ser mejor. Justo cuando entraba la chica, Yota disparaba lo que parecía ser su segunda flecha. Estaba practicando con un arco pequeño. Taeko caminó sin prisa, e intentando que sus pasos no hicieran ruido alguno. Se colocó a varios metros a la derecha de Yota, intentando no prestarle atención. Hizo algunos sellos y tomó otros dos shuriken.
"Jiton: Jiryoku Hiki"
Los proyectiles brillaron de un violeta suave por unos momentos. Luego, la peliplateada lanzó uno. Sintió el enojo en su brazo, y cómo se canalizaba a la estrella ninja. Ésta viajó a gran velocidad, impactando con mucha fuerza sobre una de las dianas de la parte derecha del dojo. No había acertado en el centro, aunque no había sido un mal tiro. Eso sí: la molestia de Taeko le había dado un impulso extra. Lanzó un segundo proyectil, el cual impactó a una distancia similar del centro de la diana. La chica refunfuñó. Todavía le hacía falta más práctica para mejorar su precisión.
"Aunque no falta mucho, eh. Al menos me acerqué más que él. Creo..."
Viró la cabeza casi sin querer, intentando ver qué tan preciso estaba siendo el rubio.
Parecía que su madre estaba aceptando al fin la vocación de la jovencita como ninja. Así que, con una gran sonrisa, un hanfu amarillo suave y su equipo de combate, Kikazura Taeko partió hacia los dojos de entrenamiento. Sacó un par de shuriken y comenzó a girarlos por el anillo en sendos dedos índices.
"Pronto" pensó "Ya lo puedo sentir. No hace falta mucho para poder usar la Sagin. Pero no debo de apresurarme. Todo a su tiempo, como dice mamá. Dejaré de ser..."
No sabía cómo le había hecho para ir todo el camino dese su casa hasta los dojos ensimismada en sus pensamientos, y sin chocar con nadie. Sin embargo, un muro invisible la detuvo de repente cuando alzó la mirada y se fijó en quién estaba en ese momento en el área.
"Débil."
Era Sasagani Yota.
Taeko se sonrojó de repente, y los shuriken se detuvieron en sus manos. Los apretó con fuerza (aunque de los lados planos, claro. No apretaría algo tan filoso sin cuidado). Sintió una molestia creciente en su estómago y su cabeza. Era el chico con quien había luchado en esa misión rango S. Tenía vagos recuerdos sobre aquel momento. Recordaba que habían luchado fieramente, y que por culpa de ella él había acabado herido. Pero también recordaba que, en un fugaz momento de euforia, Yota la había besado.
Y no podía perdonarle el haberle robado su primer beso.
Con el ceño fruncido, la boca torcida y un borrón rojo sobre sus mejillas, entró al dojo, pues era el lugar indicado para practicar su técnica. Y el día antes de eso no habría podido ser mejor. Justo cuando entraba la chica, Yota disparaba lo que parecía ser su segunda flecha. Estaba practicando con un arco pequeño. Taeko caminó sin prisa, e intentando que sus pasos no hicieran ruido alguno. Se colocó a varios metros a la derecha de Yota, intentando no prestarle atención. Hizo algunos sellos y tomó otros dos shuriken.
"Jiton: Jiryoku Hiki"
Los proyectiles brillaron de un violeta suave por unos momentos. Luego, la peliplateada lanzó uno. Sintió el enojo en su brazo, y cómo se canalizaba a la estrella ninja. Ésta viajó a gran velocidad, impactando con mucha fuerza sobre una de las dianas de la parte derecha del dojo. No había acertado en el centro, aunque no había sido un mal tiro. Eso sí: la molestia de Taeko le había dado un impulso extra. Lanzó un segundo proyectil, el cual impactó a una distancia similar del centro de la diana. La chica refunfuñó. Todavía le hacía falta más práctica para mejorar su precisión.
"Aunque no falta mucho, eh. Al menos me acerqué más que él. Creo..."
Viró la cabeza casi sin querer, intentando ver qué tan preciso estaba siendo el rubio.
SILENCE
〘When deed speaks, words are nothing.〙
"Pienso" (thistle) ❀ ≫Escribo (orchid)
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