10/12/2017, 21:03
Era un día más para ella, no pensaba en lo que comenzaría aquel día. Como cada mañana, se vistió, se equipó, saludó a su wakizashi y se largó de su casa bien contenta. Vivir en soledad le resultaba bastante cómodo, aunque ciertamente, echaba en falta la compañía de alguien, aunque tan solo fuera por hacer acto de presencia. Pensó en comentarle a Nemu, un amigo suyo que de vez en cuanto, se pasara por calla de ella, e incluso se quedase a cenar o dormir a pesar de que él si tenía familia y un hermano menor del que ocuparse.
Se detuvo en una pequeña tienda y compró un par de bollos de carne para desayunar. Últimamente se habían convertido en una droga para ella, aunque no era adicta a ellos, estaba consumiéndolos regularmente y a cualquier hora. Ella lo sabía, era consciente de ello, y de que debía de ingerir tal comida. Aunque de momento, prefería seguir saboreándolos durante una temporada más, mientras el dinero le diera para ello, u encontrara un alimento más satisfactorio para ella.
Aquella mañana no encontró a Nemu en el dojo. Ni siquiera estaba la mitad de la clase. Y ni siquiera había llegado tarde. Poco después entendió que ocurría. Estaban llamando a los alumnos de tres en tres, para formar equipos con ellos. Avisaron de que pensaba que había llegado el momento de pasar a un nivel mayor, y de comenzar el “verdadero” entrenamiento ninja, como desde antiguas culturas se había estado impartiendo.
Rika se desilusionó un poco. Ella siempre pensó que si llegado el momento tenía que pertenecer a un equipo, lo haría junto a su amigo Nemu con el cual había establecido una buena relación desde la academia, y era la única persona a la que le había contado lo que ocurrió en su pasado. Solamente él, y ella obviamente, sabían de la desaparición de sus padres y de las condiciones en la que vivió la kunoichi.
En cuanto la vieron llegar la asignaron a una antesala, donde entró y pudo ver lo que estaba ocurriendo. Habían dividido a la clase en tres grupos de primera tanta, después de esos tres grupos que no pudieran interactuar mucho entre sí, iban llamando a los alumnos conforme a ellos les apetecía o tenían bien predispuestos. Una sala bastante amplia con tres puertas corredizas era donde se realizaba la construcción oficial del grupo, y seguramente desde los mandarían a hacer algún tipo de actividad o incluso se les podía realizar una prueba. Aquello ya dependía de la persona al cargo del equipo.
Todo aquello lo pensaba Rika por lo que había estudiado, pero la verdad es que no tenía realmente mucha idea sobre el funcionamiento. Ella simplemente se limitó a asentir, saludar con honor cuando se la nombró y atravesar aquella puerta a la misma vez que otros dos alumnos más, que estaban en otras antesalas y entrarían allí por la misma razón que ella.
Se detuvo en una pequeña tienda y compró un par de bollos de carne para desayunar. Últimamente se habían convertido en una droga para ella, aunque no era adicta a ellos, estaba consumiéndolos regularmente y a cualquier hora. Ella lo sabía, era consciente de ello, y de que debía de ingerir tal comida. Aunque de momento, prefería seguir saboreándolos durante una temporada más, mientras el dinero le diera para ello, u encontrara un alimento más satisfactorio para ella.
Aquella mañana no encontró a Nemu en el dojo. Ni siquiera estaba la mitad de la clase. Y ni siquiera había llegado tarde. Poco después entendió que ocurría. Estaban llamando a los alumnos de tres en tres, para formar equipos con ellos. Avisaron de que pensaba que había llegado el momento de pasar a un nivel mayor, y de comenzar el “verdadero” entrenamiento ninja, como desde antiguas culturas se había estado impartiendo.
Rika se desilusionó un poco. Ella siempre pensó que si llegado el momento tenía que pertenecer a un equipo, lo haría junto a su amigo Nemu con el cual había establecido una buena relación desde la academia, y era la única persona a la que le había contado lo que ocurrió en su pasado. Solamente él, y ella obviamente, sabían de la desaparición de sus padres y de las condiciones en la que vivió la kunoichi.
En cuanto la vieron llegar la asignaron a una antesala, donde entró y pudo ver lo que estaba ocurriendo. Habían dividido a la clase en tres grupos de primera tanta, después de esos tres grupos que no pudieran interactuar mucho entre sí, iban llamando a los alumnos conforme a ellos les apetecía o tenían bien predispuestos. Una sala bastante amplia con tres puertas corredizas era donde se realizaba la construcción oficial del grupo, y seguramente desde los mandarían a hacer algún tipo de actividad o incluso se les podía realizar una prueba. Aquello ya dependía de la persona al cargo del equipo.
Todo aquello lo pensaba Rika por lo que había estudiado, pero la verdad es que no tenía realmente mucha idea sobre el funcionamiento. Ella simplemente se limitó a asentir, saludar con honor cuando se la nombró y atravesar aquella puerta a la misma vez que otros dos alumnos más, que estaban en otras antesalas y entrarían allí por la misma razón que ella.