10/12/2017, 21:51
Uno tras otro, fui investigando todos los cajones que se me pusieron por delante. El resultado fue, cuanto menos, penoso. Parece que los dueños de la casa no habían dejado nada de nada. Ni un plato, ni un vaso, ni un cubierto, ni sartenes. Nada que se pudiera usar como arma. Pero eso no era lo que realmente me preocupaba.
Abrí armarios. Uno y luego otro, pero nada. No había nada a excepción del polvo que se había acumulado por el paso de los años. Y el gran problema: Ni un solo grano de maíz. Mi cuerpo ya estaba empezando a pedirlo de nuevo, pero yo no tenía ni un solo grano para darle. Y como lo encontrara bajo los efectos del mono, con la ansiedad dueña de mi cuerpo, no sería capaz de aguantarme y acabara por comérmelo todo.
—Pues no sé vosotros, pero yo paso de probar cualquier comida que pueda haber aquí. Ni siquiera sabemos cuanto tiempo lleva esto abandonado, pero juzgando todo ese polvo acumulado, debe ser mucho. Y ya no hablemos del agua.A saber cuánto tiempo lleva estancada en esos grifos. No, no. Ni hablar.
Ese no era mi problema, yo necesitaba el maíz. Respecto al agua, daba igual, porque de los grifos no salió ni una sola gota de nada. Los abrí esperando que saliera un chorro de sangre, o alguna sustancia con color desagradable. Pero no pasó nada de nada. Sorprendente, ni cuchillos voladores, ni sangre en los grifos, ni cubiertos que se movían. Que no pasara nada me ponía más nervioso incluso que escuchar voces o que las puertas se cerraran solas. Solo por el hecho de que, hasta el momento, no habíamos conocido la calma, y esa calma, era mala señal.
—Chicos, he encontrado...
—¿Qué ocurre, Juro-san?
Y entonces se acabó la calma. Uno de ellos, al que llamaban Juro los otros dos, parecía haber entrado en una especia de trance después de decir que había encontrado algo. Pero, ¿El qué? Acto seguido, se abalanzo sobre otro de los chicos que se encontraban allí. ¿Qué era lo que había encontrado? ¿Acaso algo que demostraba que Riko era el culpable de todo aquello?
—Ju-Juro, ¿qué haces? —exclamó Riko, y entonces Juro alzó el puño para golpearle en el rostro—. ¡Chicos! ¡Ayuda, no sé qué le pasa!
—¡Juro! ¡¿Pero qué estás haciendo?! ¿¡Qué ocurre!?
La situación se había vuelto peligrosa de un momento para otro. No era aquello lo que me esperaba cuando quería que sucediera algo extraño. Aquello no era extraño, aquello solo eran dos personas peleándose por algo que yo no sabía. Y, no sabiendo nada, era mejor no meterse en esa discusión. Además, yo no era un tipo fuerte como para meterme entre ambos. Yo era más bien un hombre de libros, y mi sabiduría me decía que no era buena idea entrometerse.
Ademas, en aquella situación, donde la única persona a la que conocía era a mí mismo, solo me importaba una cosa: Yo. Los demás podían matarse entre ellos si querían. A mí me daba lo mismo mientras no fueran a por mí, entonces sí que me defendería.
Por si acaso se volvían contra mi, no les quite la mirada de encima.
Abrí armarios. Uno y luego otro, pero nada. No había nada a excepción del polvo que se había acumulado por el paso de los años. Y el gran problema: Ni un solo grano de maíz. Mi cuerpo ya estaba empezando a pedirlo de nuevo, pero yo no tenía ni un solo grano para darle. Y como lo encontrara bajo los efectos del mono, con la ansiedad dueña de mi cuerpo, no sería capaz de aguantarme y acabara por comérmelo todo.
—Pues no sé vosotros, pero yo paso de probar cualquier comida que pueda haber aquí. Ni siquiera sabemos cuanto tiempo lleva esto abandonado, pero juzgando todo ese polvo acumulado, debe ser mucho. Y ya no hablemos del agua.A saber cuánto tiempo lleva estancada en esos grifos. No, no. Ni hablar.
Ese no era mi problema, yo necesitaba el maíz. Respecto al agua, daba igual, porque de los grifos no salió ni una sola gota de nada. Los abrí esperando que saliera un chorro de sangre, o alguna sustancia con color desagradable. Pero no pasó nada de nada. Sorprendente, ni cuchillos voladores, ni sangre en los grifos, ni cubiertos que se movían. Que no pasara nada me ponía más nervioso incluso que escuchar voces o que las puertas se cerraran solas. Solo por el hecho de que, hasta el momento, no habíamos conocido la calma, y esa calma, era mala señal.
—Chicos, he encontrado...
—¿Qué ocurre, Juro-san?
Y entonces se acabó la calma. Uno de ellos, al que llamaban Juro los otros dos, parecía haber entrado en una especia de trance después de decir que había encontrado algo. Pero, ¿El qué? Acto seguido, se abalanzo sobre otro de los chicos que se encontraban allí. ¿Qué era lo que había encontrado? ¿Acaso algo que demostraba que Riko era el culpable de todo aquello?
—Ju-Juro, ¿qué haces? —exclamó Riko, y entonces Juro alzó el puño para golpearle en el rostro—. ¡Chicos! ¡Ayuda, no sé qué le pasa!
—¡Juro! ¡¿Pero qué estás haciendo?! ¿¡Qué ocurre!?
La situación se había vuelto peligrosa de un momento para otro. No era aquello lo que me esperaba cuando quería que sucediera algo extraño. Aquello no era extraño, aquello solo eran dos personas peleándose por algo que yo no sabía. Y, no sabiendo nada, era mejor no meterse en esa discusión. Además, yo no era un tipo fuerte como para meterme entre ambos. Yo era más bien un hombre de libros, y mi sabiduría me decía que no era buena idea entrometerse.
Ademas, en aquella situación, donde la única persona a la que conocía era a mí mismo, solo me importaba una cosa: Yo. Los demás podían matarse entre ellos si querían. A mí me daba lo mismo mientras no fueran a por mí, entonces sí que me defendería.
Por si acaso se volvían contra mi, no les quite la mirada de encima.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)