11/12/2017, 13:18
“Nemu, nemu, nemu” Pensó. Ella inconscientemente creía que si repetía muchas veces el nombre de su amigo o pensaba en él aparecería. Pero no sería así. No sería Nemu quien atravesaría la puerta contigua. De hecho, después se enteraría que Nemu ya estaba con su propio equipo, entrenando y realizando todo tipo de tareas, pues había sido uno de los primeros shinobis en ser asignados a un equipo y no porque fuera aventajado sino porque había llegado incluso minutos antes a clase.
Cerró los ojos cuando traspasó la puerta. Y los abrió una vez escuchó como la sala se cerraba tras ella. Miró a su alrededor. Una sala bien amplia, como cualquiera habitación de prácticas en un dojo. Tanto el edificio como las paredes de la sala eran de madera, incluso el suelo, todo. La sala tenía tres puertas corredizas desde donde entraron los shinobis pero no tenía salida alguna a simple vista. En la pared frente a ellos estaba dibujada una figura, debía ser importante, y a los lados de esta, un par de símbolos de la villa, junto a los rangos ninja. Rika no alcanzaba a ver claramente que ponía en ellos, de hecho, algunos los desconocía. También había un par de mesas distribuidas con un candelabro en cada una de ellas, alumbrando el interior de aquella sala, que carecía de luz salvo la que proporcionaban las velas.
Todo esto fue en un abrir y cerrar de ojos, observando lo que había delante de ella.
Miró a los lados para ver quienes habían entrado junto a ella. Podía haberse entristecido o decepcionado porque su amigo no estuviera entre los presentes, pero se animó al ver a una conocida. Ritsuko estaba entre los presentes. Y el tercer, pero no menos importante era un joven que desconocía, ni tampoco había visto antes por la villa, ni siquiera en la academia.
¿Qué se suponía que debían hacer? ¿Ahora se tenían que presentar, esperar a que llegase un instructor? Pero allí no había ninguna puerta más. La genin hizo una reverencia sin mediar palabra, un simple saludo antes de que hiciera cualquier acción mostrándoles respeto a sus compañeros en aquel momento.
Rika avanzó hasta la mitad de la sala, donde se hayan las mesas con las velas, quedándose cercana a ellas. El crujir de sus pasos se escuchó en toda la estancia. La madera crujía casi de forma especial en aquel momento, sentía como si el sonido se estuviera magnificando de alguna forma, dándole más tensión incluso a aquella situación.
Se colocó bien las gafas y le echó de nuevo un vistazo a los símbolos dibujados en la pared, aunque sin éxito alguno por descifrarlos.
- ¿Cómo funciona esto? – Preguntó. Estaba un poco desorientada, puesto que no sabía si aquello era una sala de espera o bien eran ellos mismos quien debían tratar aquel asunto en aquel lugar antes de ser asignados. – Se supone que, ¿nosotros somos el equipo?
Cerró los ojos cuando traspasó la puerta. Y los abrió una vez escuchó como la sala se cerraba tras ella. Miró a su alrededor. Una sala bien amplia, como cualquiera habitación de prácticas en un dojo. Tanto el edificio como las paredes de la sala eran de madera, incluso el suelo, todo. La sala tenía tres puertas corredizas desde donde entraron los shinobis pero no tenía salida alguna a simple vista. En la pared frente a ellos estaba dibujada una figura, debía ser importante, y a los lados de esta, un par de símbolos de la villa, junto a los rangos ninja. Rika no alcanzaba a ver claramente que ponía en ellos, de hecho, algunos los desconocía. También había un par de mesas distribuidas con un candelabro en cada una de ellas, alumbrando el interior de aquella sala, que carecía de luz salvo la que proporcionaban las velas.
Todo esto fue en un abrir y cerrar de ojos, observando lo que había delante de ella.
Miró a los lados para ver quienes habían entrado junto a ella. Podía haberse entristecido o decepcionado porque su amigo no estuviera entre los presentes, pero se animó al ver a una conocida. Ritsuko estaba entre los presentes. Y el tercer, pero no menos importante era un joven que desconocía, ni tampoco había visto antes por la villa, ni siquiera en la academia.
¿Qué se suponía que debían hacer? ¿Ahora se tenían que presentar, esperar a que llegase un instructor? Pero allí no había ninguna puerta más. La genin hizo una reverencia sin mediar palabra, un simple saludo antes de que hiciera cualquier acción mostrándoles respeto a sus compañeros en aquel momento.
Rika avanzó hasta la mitad de la sala, donde se hayan las mesas con las velas, quedándose cercana a ellas. El crujir de sus pasos se escuchó en toda la estancia. La madera crujía casi de forma especial en aquel momento, sentía como si el sonido se estuviera magnificando de alguna forma, dándole más tensión incluso a aquella situación.
Se colocó bien las gafas y le echó de nuevo un vistazo a los símbolos dibujados en la pared, aunque sin éxito alguno por descifrarlos.
- ¿Cómo funciona esto? – Preguntó. Estaba un poco desorientada, puesto que no sabía si aquello era una sala de espera o bien eran ellos mismos quien debían tratar aquel asunto en aquel lugar antes de ser asignados. – Se supone que, ¿nosotros somos el equipo?