11/12/2017, 21:12
Los chicos labraron una estrategia fugaz con la que actuar. Dejaron de lado la solicitud del viejo, y decidieron actuar por sus propios medios. El barquero se encogió de hombros, y se sentó a la espera de que cualquier otro cliente llegase. No era ni el único, ni el mas capacitado... pero era su trabajo, y era un trabajo como cualquier otro. Bastante bien remunerado si cabe decir.
Karamaru se adelantó para dar la cara, no sin antes ser "conectado" mentalmente con la Yamanaka. Ésta quedó un poco mas alejada, buscando cubrir las espaldas de su compañero cenobita. Para cuando éste se acercase lo suficiente, podría distinguir claramente 3 caballos, y tan solo uno de éstos con una persona a las riendas. Se trataba de un hombre de mediana edad, que quizás rozaba la cincuentena. Su cabellera era dorada y llegaba hasta la base del cuello en un peinado difícil de encuadrar en una categoría —bastante despeinado— y libre como él mismo. Orbes color avellana, ojos afilados, facciones muy marcadas y masculinas, y un porte recto y diferenciado. Vestía con ropas civiles claramente, no parecía llevar un solo arma. Entre camiseta blanca, pantalón negro, y unas botas del mismo tono que el pantalón, no parecía tener nada amenazante.
El hombre llevaba observando la costa desde hacía un buen rato, y no tardó en observar los pasos del cenobita hacia su posición. Esperó hasta que éste se acercó lo suficiente, manteniendo su porte.
—Eres el ninja que envían para investigar Nokoto, ¿verdad? —preguntó sin tapujos.
Karamaru se adelantó para dar la cara, no sin antes ser "conectado" mentalmente con la Yamanaka. Ésta quedó un poco mas alejada, buscando cubrir las espaldas de su compañero cenobita. Para cuando éste se acercase lo suficiente, podría distinguir claramente 3 caballos, y tan solo uno de éstos con una persona a las riendas. Se trataba de un hombre de mediana edad, que quizás rozaba la cincuentena. Su cabellera era dorada y llegaba hasta la base del cuello en un peinado difícil de encuadrar en una categoría —bastante despeinado— y libre como él mismo. Orbes color avellana, ojos afilados, facciones muy marcadas y masculinas, y un porte recto y diferenciado. Vestía con ropas civiles claramente, no parecía llevar un solo arma. Entre camiseta blanca, pantalón negro, y unas botas del mismo tono que el pantalón, no parecía tener nada amenazante.
El hombre llevaba observando la costa desde hacía un buen rato, y no tardó en observar los pasos del cenobita hacia su posición. Esperó hasta que éste se acercó lo suficiente, manteniendo su porte.
—Eres el ninja que envían para investigar Nokoto, ¿verdad? —preguntó sin tapujos.