11/12/2017, 23:59
Los tres se presentaron, dando un paso adelante —de manera metafórica, por supuesto— hacia su relación futura como equipo. O siendo más exactos, relación presente. Le llamó la atención la modesta, casi inexistente, voz de la pelirroja, pero para su fortuna logró captar su nombre a pesar de los claros esfuerzos por parte de la susodicha para que resultara imposible. No se le daban bien recordar los nombres ajenos, y siempre le daba vergüenza tener que preguntar dos veces. ¡Más le valía recordar los de sus compañeras!
Sintió la antinatural ráfaga de viento acariciarle la faz, así como la segunda. Su expresión se transformó en una de intriga y curiosidad. Se cruzó de brazos, allá en la oscuridad donde nada ni nadie podía verlo.
—¿Va a transformarse esta reunión en una historia de miedo? —preguntó en alto, no con temor, al contrario, su voz irradiaba excitación.
No veía nada, así que optó por quedarse donde estaba. Le resultaría horrendamente sencillo chocarse con las mesas que sostenían los candelabros, o más embarazoso todavía, con una de sus nuevas conocidas, si se desplazaba a base de palos de ciego.
«¿Y ahora qué?».
Sintió la antinatural ráfaga de viento acariciarle la faz, así como la segunda. Su expresión se transformó en una de intriga y curiosidad. Se cruzó de brazos, allá en la oscuridad donde nada ni nadie podía verlo.
—¿Va a transformarse esta reunión en una historia de miedo? —preguntó en alto, no con temor, al contrario, su voz irradiaba excitación.
No veía nada, así que optó por quedarse donde estaba. Le resultaría horrendamente sencillo chocarse con las mesas que sostenían los candelabros, o más embarazoso todavía, con una de sus nuevas conocidas, si se desplazaba a base de palos de ciego.
«¿Y ahora qué?».