12/12/2017, 00:52
¿Pagar? Ni que lo haya hecho a posta, ni que la haya obligado a rasgar la tela para poder ‘tratarle’ una inofensiva herida que provocó más susto de lo que correspondía. Además, Ritsuko no iba a aceptar dinero tan abiertamente, menos de un compañero al que ella misma había lastimado.
—Está bien —le dijo rápidamente—. En serio.
Era sincera sí, pero mantenía esa melancólica mirada que hacía que cualquiera dudase de que no le estaba doliendo lo que ocurrió. Es decir, que no sufría en silencio por haber dañado una de sus prendas favoritas. Pero venga, para ella estaba perfecto, lo había hecho para ayudar a uno de sus compañeros después de todo.
—No te preocupes —añadió al rato poniéndose de pie—. Fue un pedacito de nada —continuó, esta vez acercándose a sus pertenencias.
Al llegar, se agachó y tomó el portaobjetos, también el kunai que se había dejado tirado cerca de la capa y lo guardó. Luego enganchó el saco a la bandana, justo detrás para que no le estorbase en ningún momento y luego la capa, que pensó en ponerse pero de reojo miró a su compañero. «El frío le va a llegar hasta los huesos »pensó mientras meditaba un poco en silencio hasta que por fin llegó a una conclusión.
—¿Te has traído algún abrigo o algo? —preguntó aun dándole la espalda y manteniéndose acuclillada—. Hace mucho frío y con lo que has sudado te podrías enfermar —afirmó demostrando cierta preocupación.
Aunque como siempre, seguía con la mirada deprimente.
—Está bien —le dijo rápidamente—. En serio.
Era sincera sí, pero mantenía esa melancólica mirada que hacía que cualquiera dudase de que no le estaba doliendo lo que ocurrió. Es decir, que no sufría en silencio por haber dañado una de sus prendas favoritas. Pero venga, para ella estaba perfecto, lo había hecho para ayudar a uno de sus compañeros después de todo.
—No te preocupes —añadió al rato poniéndose de pie—. Fue un pedacito de nada —continuó, esta vez acercándose a sus pertenencias.
Al llegar, se agachó y tomó el portaobjetos, también el kunai que se había dejado tirado cerca de la capa y lo guardó. Luego enganchó el saco a la bandana, justo detrás para que no le estorbase en ningún momento y luego la capa, que pensó en ponerse pero de reojo miró a su compañero. «El frío le va a llegar hasta los huesos »pensó mientras meditaba un poco en silencio hasta que por fin llegó a una conclusión.
—¿Te has traído algún abrigo o algo? —preguntó aun dándole la espalda y manteniéndose acuclillada—. Hace mucho frío y con lo que has sudado te podrías enfermar —afirmó demostrando cierta preocupación.
Aunque como siempre, seguía con la mirada deprimente.