12/12/2017, 21:08
La atención que Ritsuko dedicó a su pequeño trabajo de jardinería le llenó de orgullo. Sonrió de oreja a oreja.
—¿Te gusta? Se llama Samanosuke —explicó, refiriéndose al arbolito—. Es mi compañero de habitación.
Entonces retornó al asunto de la cena. La pelirroja no parecía demasiado para la labor. Sin embargo, él mismo se encontraba hambriento después de un pesado día de mucho entrenamiento en solitario y poca comida entremedias. Por todo ello se limitó a encogerse de hombros.
—Como desees. Yo voy a cenar algo, no puedo más. Dame un momento.
Tras finalizar su monólogo dejó el reposavelas —la única fuente de luz en la habitación— sobre la mesa y se internó en la puerta corredera que se encontraba al este. La dejó abierta, y unos instantes más tarde Ritsuko pudo observar la luz de otro cirio en el interior. Se trataba de la cocina, que solo disponía de una alacena, una mesa de madera alta y un grill a ras de suelo, creado con rocas, para preparar comida caliente al fuego de la leña.
Del interior de la despensa el Uchiha sacó un bol y unos palillos que dejó reposar sobre la mesa. Acto seguido tomó un pequeño circular recipiente de madera y vertió sus contenidos sobre el bol; era arroz, preparado esa misma mañana. Devolvió el contenedor a su antigua posición y se afianzó en su lugar un recipiente, similar a una botella pero de cuello ancho, llamada tokkuri, que contenía sake frío. Lo llevó todo a la mesa junto al bonsai, pero antes de sentarse a degustar su alimento retornó con ligereza a la cocina para tomar un par de pequeñas tacitas fabricadas en arcilla, adornadas con pétalos de color rosa.
—Si cambias de idea y te entra hambre, en la cocina tienes arroz y creo que tengo por ahí todavía un bote de ramen instantáneo que compré en Tane-Shigai. La tetera está en la alacena, puedes tomar agua de la pila que se encuentra en el baño, en el interior de la cocina, a la izquierda, y hervirla para los fideos —le explicó—. Me temo que no me queda té, así que vas a tener que disculparme eso. Si quieres dormir ya, te preparo el futón de inmediato, nada de mantas insulsas. Pero antes...
Vertió el líquido incoloro en ambos recipientes y arrastró el segundo a lo largo de la mesita utilizando la punta de su dedo índice, posándolo frente a la mujer.
»Permíteme el honor de beber conmigo. Es sake frío, hay gente que lo prefiere caliente pero a mí, personalmente, me sabe mejor así. Mi padre lo bebía todo el tiempo cuando era joven, y nos solía dar a mí y a mi hermana cuando dejamos de ser niños. Es gracioso porque allá donde vivía no resultaba extraño ver a jóvenes tomar de tanto en tanto, aquí te miran raro, sufren de unos tabúes morales un tanto extraños... pero bueno, con todo este rollo de ser un ninja hecho y derecho, los comerciantes no me suelen poner pegas cuando me apetece comprar una botella. Lo tomo de vez en cuando, me trae recuerdos de mi hogar.
Amarró con firmeza la copa.
—¡Salud! —y se llevó todo el contenido de esta al gaznate.
—¿Te gusta? Se llama Samanosuke —explicó, refiriéndose al arbolito—. Es mi compañero de habitación.
Entonces retornó al asunto de la cena. La pelirroja no parecía demasiado para la labor. Sin embargo, él mismo se encontraba hambriento después de un pesado día de mucho entrenamiento en solitario y poca comida entremedias. Por todo ello se limitó a encogerse de hombros.
—Como desees. Yo voy a cenar algo, no puedo más. Dame un momento.
Tras finalizar su monólogo dejó el reposavelas —la única fuente de luz en la habitación— sobre la mesa y se internó en la puerta corredera que se encontraba al este. La dejó abierta, y unos instantes más tarde Ritsuko pudo observar la luz de otro cirio en el interior. Se trataba de la cocina, que solo disponía de una alacena, una mesa de madera alta y un grill a ras de suelo, creado con rocas, para preparar comida caliente al fuego de la leña.
Del interior de la despensa el Uchiha sacó un bol y unos palillos que dejó reposar sobre la mesa. Acto seguido tomó un pequeño circular recipiente de madera y vertió sus contenidos sobre el bol; era arroz, preparado esa misma mañana. Devolvió el contenedor a su antigua posición y se afianzó en su lugar un recipiente, similar a una botella pero de cuello ancho, llamada tokkuri, que contenía sake frío. Lo llevó todo a la mesa junto al bonsai, pero antes de sentarse a degustar su alimento retornó con ligereza a la cocina para tomar un par de pequeñas tacitas fabricadas en arcilla, adornadas con pétalos de color rosa.
—Si cambias de idea y te entra hambre, en la cocina tienes arroz y creo que tengo por ahí todavía un bote de ramen instantáneo que compré en Tane-Shigai. La tetera está en la alacena, puedes tomar agua de la pila que se encuentra en el baño, en el interior de la cocina, a la izquierda, y hervirla para los fideos —le explicó—. Me temo que no me queda té, así que vas a tener que disculparme eso. Si quieres dormir ya, te preparo el futón de inmediato, nada de mantas insulsas. Pero antes...
Vertió el líquido incoloro en ambos recipientes y arrastró el segundo a lo largo de la mesita utilizando la punta de su dedo índice, posándolo frente a la mujer.
»Permíteme el honor de beber conmigo. Es sake frío, hay gente que lo prefiere caliente pero a mí, personalmente, me sabe mejor así. Mi padre lo bebía todo el tiempo cuando era joven, y nos solía dar a mí y a mi hermana cuando dejamos de ser niños. Es gracioso porque allá donde vivía no resultaba extraño ver a jóvenes tomar de tanto en tanto, aquí te miran raro, sufren de unos tabúes morales un tanto extraños... pero bueno, con todo este rollo de ser un ninja hecho y derecho, los comerciantes no me suelen poner pegas cuando me apetece comprar una botella. Lo tomo de vez en cuando, me trae recuerdos de mi hogar.
Amarró con firmeza la copa.
—¡Salud! —y se llevó todo el contenido de esta al gaznate.