12/12/2017, 23:29
La Sarutobi se vio obligada a acceder y seguir las indicaciones de la pelirroja, aunque parecía estarle poniendo más dramatismo del necesario. «Pero es solo sacar un kunai »pensó empezando a sentirse insegura de lo que había dicho, pues le estaban advirtiendo lo que iban a hacer, algo que se suponía era completamente inofensivo, ¿verdad?
Un instante después, la kunoichi comenzó a sentir movimiento en el portaobjetos, nada extraño realmente, así que cuando la contrario extrajo la mano con un kunai en su poder, la mayor pudo suspirar de alivio. Nada extraño ocurrió, por muy extravagante que podría haber resultado.
Luego de toda la exageración, Rika pudo llevar a cabo su plan de perforar los pescados con el shuriken y luego los ató, no estaba del todo segura Ritsuko de cómo se utilizaría aquello, pero no iba a cuestionar nada, lo más importante en ese preciso instante era lavarse la mano apestosa pero una vez más, la carnada volvió a su mano mientras que su compañera tenía arcadas.
—¿Segura que estás bien? —preguntó algo preocupada, aunque a ella tampoco le hacía mucha gracia eso de estar aspirando la peste de las sardinas.
Respecto a los bollos, esos daban lo mismo, si ella ya tenía en su poder una bolsa repleta de ellos. Pero tenían un problema mayor, que a pesar de que debería de ser consciente del mismo, la de gafas comenzó a caminar…
—Pero… ¿dónde vamos a llevar los pescados? —preguntó la pelirroja mientras seguía a la contraria a una distancia prudente para que no padeciera la peste de los pescados.
Un instante después, la kunoichi comenzó a sentir movimiento en el portaobjetos, nada extraño realmente, así que cuando la contrario extrajo la mano con un kunai en su poder, la mayor pudo suspirar de alivio. Nada extraño ocurrió, por muy extravagante que podría haber resultado.
Luego de toda la exageración, Rika pudo llevar a cabo su plan de perforar los pescados con el shuriken y luego los ató, no estaba del todo segura Ritsuko de cómo se utilizaría aquello, pero no iba a cuestionar nada, lo más importante en ese preciso instante era lavarse la mano apestosa pero una vez más, la carnada volvió a su mano mientras que su compañera tenía arcadas.
—¿Segura que estás bien? —preguntó algo preocupada, aunque a ella tampoco le hacía mucha gracia eso de estar aspirando la peste de las sardinas.
Respecto a los bollos, esos daban lo mismo, si ella ya tenía en su poder una bolsa repleta de ellos. Pero tenían un problema mayor, que a pesar de que debería de ser consciente del mismo, la de gafas comenzó a caminar…
—Pero… ¿dónde vamos a llevar los pescados? —preguntó la pelirroja mientras seguía a la contraria a una distancia prudente para que no padeciera la peste de los pescados.