13/12/2017, 00:21
«¡Muy hábil, pedazo de idiota, muy hábil!», se recriminó en la privacidad de su fuero interno con la ira de mil demonios. Su sinceridad no pretendía herir, pero eligió las palabras equivocadas y ¡ay! justamente ese había sido el efecto.
Frente a su atónita mirada, la pelirroja se decidió a marcharse. Inseguro e indeciso, el muchacho se levantó casi como si fuera un resorte. Su diestra se abrió, estirándose hacia su figura, diciendo "no te vayas".
Quizás metería la pata todavía más con lo que estaba a punto de hacer, pero ya no pensaba con claridad, entre la influencia del alcohol y la congoja solitaria que le producía un desagradable nudo en el estómago.
¿Qué solía hacer su hermana cuando él lloraba? Lo abrazaba.
Y así hizo, estrechando entre sus brazos a la pelirroja antes de que llegara al recibidor, apegándose a la espalda de la referida. La genin no podía verlo, pero unas brillantes lágrimas iban deslizándose entre sus mejillas...
—Lo siento mucho si te hice daño al decirte eso pero... por favor, no te vayas... no soporto la idea de que andes perdida en mitad de la noche por mi culpa...
Frente a su atónita mirada, la pelirroja se decidió a marcharse. Inseguro e indeciso, el muchacho se levantó casi como si fuera un resorte. Su diestra se abrió, estirándose hacia su figura, diciendo "no te vayas".
Quizás metería la pata todavía más con lo que estaba a punto de hacer, pero ya no pensaba con claridad, entre la influencia del alcohol y la congoja solitaria que le producía un desagradable nudo en el estómago.
¿Qué solía hacer su hermana cuando él lloraba? Lo abrazaba.
Y así hizo, estrechando entre sus brazos a la pelirroja antes de que llegara al recibidor, apegándose a la espalda de la referida. La genin no podía verlo, pero unas brillantes lágrimas iban deslizándose entre sus mejillas...
—Lo siento mucho si te hice daño al decirte eso pero... por favor, no te vayas... no soporto la idea de que andes perdida en mitad de la noche por mi culpa...