13/12/2017, 20:07
Cuando las pertenencias de Ritsuko se vieron desperdigadas por el suelo, Ralexion se llevó la mano a la frente a la par que el recepcionista observaba la situación con gesto preocupado.
—Disculpen, pero... esto es muy irregular, los expendientes son de uso interno para la correcta administración de la aldea, incluso aunque esta señorita quiera ver el suyo propio, me temo que no es tan simple.
El moreno se aproximó al hombre, de forma que podía hablarle en voz baja sin que nadie más escuchara, ni la propia pelirroja.
—Mire... mi compañera sufrió una herida grave en la cabeza no hace mucho y tiene pérdidas de memoria pasajeras. Ha olvidado dónde vive, y a mí me asignaron hace poco a su equipo, así que ninguno de los dos tenemos idea —sacó de la nada—. ¿Podría hacerle un favor a una camarada y ayudarla a volver a casa? La memoria podría retonarle en unas horas o en unos días, y sería mejor para todos que tuviera un lugar donde estar. No necesitamos el expediente completo, con la hoja en la que figuren sus datos personales nos basta.
El muchacho se sorprendió con su propia habilidad para mentir. El recepcionista se mantuvo en silencio durante un minuto, sopesando la situación, a lo que finalmente asintió.
—Está bien, denme un momento... —afirmó antes de desaparecer tras la puerta de un despacho cercano.
Ralexion sonrió. Por fin algo les salía bien. Dirigió la mirada a Ritsuko, inseguro de si la fémina aún no había acabado de reunirlo todo.
—¿Necesitas ayuda con eso?
—Disculpen, pero... esto es muy irregular, los expendientes son de uso interno para la correcta administración de la aldea, incluso aunque esta señorita quiera ver el suyo propio, me temo que no es tan simple.
El moreno se aproximó al hombre, de forma que podía hablarle en voz baja sin que nadie más escuchara, ni la propia pelirroja.
—Mire... mi compañera sufrió una herida grave en la cabeza no hace mucho y tiene pérdidas de memoria pasajeras. Ha olvidado dónde vive, y a mí me asignaron hace poco a su equipo, así que ninguno de los dos tenemos idea —sacó de la nada—. ¿Podría hacerle un favor a una camarada y ayudarla a volver a casa? La memoria podría retonarle en unas horas o en unos días, y sería mejor para todos que tuviera un lugar donde estar. No necesitamos el expediente completo, con la hoja en la que figuren sus datos personales nos basta.
El muchacho se sorprendió con su propia habilidad para mentir. El recepcionista se mantuvo en silencio durante un minuto, sopesando la situación, a lo que finalmente asintió.
—Está bien, denme un momento... —afirmó antes de desaparecer tras la puerta de un despacho cercano.
Ralexion sonrió. Por fin algo les salía bien. Dirigió la mirada a Ritsuko, inseguro de si la fémina aún no había acabado de reunirlo todo.
—¿Necesitas ayuda con eso?