14/12/2017, 00:30
Daruu se esforzó por mirar a Ayame a la cara y no bajar la mirada hacia sus... hacia sus... hacia su... hacia abajo. Tragó saliva e intentó apartar de su mente todos los pensamientos indecorosos que podían poblar la cabeza de un adolescente de catorce años.
Sí, estáis en lo cierto. Son demasiados. Pero aún así lo intentó.
—No tenemos el guión y sólo tenemos la información que nos dio Takeuchi-san, así que todo lo que hagamos ahora va a ser pura improvisación. Se supone que cada uno estamos custodiando a un Señor Feudal, y que nuestras comitivas se encuentran en el Cruce del Kunai. Ahí es donde comenzará el combate, así que deberíamos empezar por algo de Taijutsu simple, ¿no crees, Daruu-kun?
Daruu bajó la mirada al suelo y se acarició la barbilla, saboreando lentamente las palabras de Ayame. Centrarse en el problema de la misión era el mejor antídoto para su líbido.
—Sí, claro, estoy de acuerdo —dijo—. Pero, ¿qué Taijutsu? Algo fijo... Improvisación...
Movió los hombros en círculos, calentando, mientras daba unos cuantos saltos.
—Veamos... —Daruu salió disparado hacia Ayame sin previo aviso. Cuando faltaban dos metros para llegar, dijo—: ¡Una llave simple! —Se dejaría agarrar por Ayame y pasaría por encima de ella, volteando su cuerpo. Al aterrizar, daría una voltereta y quedaría acuclillado a cierta distancia de ella, con el sello del Tigre formulado—. ¡Agáchate!
Daruu disparó un Teppōdama justo a la altura de su cabeza. Si se acuclillaba ella también, lo esquivaría fácilmente.
—Bien, quédate en esa posición. Ahora tenemos que pensar en algo que quede bien, para que el público haga unos "OOOOOH" y unos "AHHHH". Que parezca que uno de los dos está en las últimas... —Meditó unos instantes. Luego, por sorpresa, se impulsó con las piernas y empujó a Ayame, arrojándola al suelo. Los muchachos se quedaron uno encima del otro. Y allí arriba, Daruu estaba a punto de perder los nervios. Estaba sonrojado hasta las orejas. La miró a los ojos unos instantes, sin saber si tenía que besarla o explicar la siguiente parte.
La respuesta estaba bastante clara, pero su cerebro tardó un poco en asimilarla.
—Ahora... A... Ahora tienes que usar el Suika. Parecerá que estoy a punto de apuñalarte, pero creerán que es un clon y... —Sacó un kunai del portaobjetos, y procuró telegrafiar bien el movimiento.
Daruu se levantó y le dio la espalda al charco que antes había sido Ayame. Miró a un lado y luego a otro.
—Entonces yo me hago el confundido, y ahora tiene que parecer que pierdo yo. No sé, cógeme del cuello por atrás o algo. —Daruu esperó.
Sí, estáis en lo cierto. Son demasiados. Pero aún así lo intentó.
—No tenemos el guión y sólo tenemos la información que nos dio Takeuchi-san, así que todo lo que hagamos ahora va a ser pura improvisación. Se supone que cada uno estamos custodiando a un Señor Feudal, y que nuestras comitivas se encuentran en el Cruce del Kunai. Ahí es donde comenzará el combate, así que deberíamos empezar por algo de Taijutsu simple, ¿no crees, Daruu-kun?
Daruu bajó la mirada al suelo y se acarició la barbilla, saboreando lentamente las palabras de Ayame. Centrarse en el problema de la misión era el mejor antídoto para su líbido.
—Sí, claro, estoy de acuerdo —dijo—. Pero, ¿qué Taijutsu? Algo fijo... Improvisación...
Movió los hombros en círculos, calentando, mientras daba unos cuantos saltos.
—Veamos... —Daruu salió disparado hacia Ayame sin previo aviso. Cuando faltaban dos metros para llegar, dijo—: ¡Una llave simple! —Se dejaría agarrar por Ayame y pasaría por encima de ella, volteando su cuerpo. Al aterrizar, daría una voltereta y quedaría acuclillado a cierta distancia de ella, con el sello del Tigre formulado—. ¡Agáchate!
Daruu disparó un Teppōdama justo a la altura de su cabeza. Si se acuclillaba ella también, lo esquivaría fácilmente.
—Bien, quédate en esa posición. Ahora tenemos que pensar en algo que quede bien, para que el público haga unos "OOOOOH" y unos "AHHHH". Que parezca que uno de los dos está en las últimas... —Meditó unos instantes. Luego, por sorpresa, se impulsó con las piernas y empujó a Ayame, arrojándola al suelo. Los muchachos se quedaron uno encima del otro. Y allí arriba, Daruu estaba a punto de perder los nervios. Estaba sonrojado hasta las orejas. La miró a los ojos unos instantes, sin saber si tenía que besarla o explicar la siguiente parte.
La respuesta estaba bastante clara, pero su cerebro tardó un poco en asimilarla.
—Ahora... A... Ahora tienes que usar el Suika. Parecerá que estoy a punto de apuñalarte, pero creerán que es un clon y... —Sacó un kunai del portaobjetos, y procuró telegrafiar bien el movimiento.
Daruu se levantó y le dio la espalda al charco que antes había sido Ayame. Miró a un lado y luego a otro.
—Entonces yo me hago el confundido, y ahora tiene que parecer que pierdo yo. No sé, cógeme del cuello por atrás o algo. —Daruu esperó.