14/12/2017, 02:03
¡Que terrible vergüenza! La anciana jugueteó con él como quiso. Se ruborizó todavía más. Mientras tanto Ritsuko se mantenía ignorante y ajena hacia todo el intercambio, lo que aún hacía sentir peor al muchacho.
Ni se dio cuenta de que se había ido sola hacia la puerta de su morada hasta que le invitó a entrar a desayunar, lo cual le sobresaltó. A decir verdad, él también podía comer algo.
—¡S-Sí! —prorrimpió.
Prácticamente huyendo de la anciana, el kusajin se lanzó con buenos pasos a refugiarse en el interior de la casa de Ritsuko. No sabía qué encontraría allá dentro pero esperaba que el alimento fuera delicioso y nutritivo.
Ni se dio cuenta de que se había ido sola hacia la puerta de su morada hasta que le invitó a entrar a desayunar, lo cual le sobresaltó. A decir verdad, él también podía comer algo.
—¡S-Sí! —prorrimpió.
Prácticamente huyendo de la anciana, el kusajin se lanzó con buenos pasos a refugiarse en el interior de la casa de Ritsuko. No sabía qué encontraría allá dentro pero esperaba que el alimento fuera delicioso y nutritivo.