14/12/2017, 11:32
Mientras Ritsuko gateaba, un par de kunais más descendieron a la misma velocidad que el anterior. Estos no la golpearon a ella, sino que se clavaron directamente en el suelo, cercanos a la joven, y realizando un golpe seco cuando tocaban la madera. Claramente, iban en aquella dirección, sin ánimo de herirla.
La pelirroja continuó, y continuó hasta dar con las patas de la mesa, las tocó. Estaba claro que de ahí no se habían movido. Pudo incluso llegar a encontrar donde estaban las velas. Tenía ya casi el misterio resuelto, solamente tenía que encenderlas. Pero antes de que hiciera eso, los dos jóvenes fueron liberados de sus ataduras, ya podían moverse, hablar, realizar cualquier acción con total libertad, eso y recuperarse del cansancio que ahora mismo sufrían.
- ¿Qué ha ocurrido? – Preguntó Rika, que sus piernas flaquearon e hincó la rodilla en el suelo de madera. No había podido hacer nada, pero sentía una terrible pesadez por el cuerpo. Como si hubiera estado combatiendo durante un largo periodo de tiempo.
Una llama encendió las velas, fue rápido. Y allí, delante de los tres, y mirándoles imponentemente se hallaba el instructor. Para ellos era alto, mucho más alto que ellos tres, aunque su estatura fuera algo media. Portaba el chaleco de la villa, lo que quería decir que era rango superior a ellos. Y por lo ocurrido, bastante experto. De cabello rubio, y de ojos azules, los cuales los clavó en primera instancia en Ritsuko. Y después, miró al resto.
- En una situación real, habríais muerto. – Afirmó sin titubear. Su presentación fue clara y concisa. – No me parecía justo seguir torturándoos. Soy Nara Raiden, y soy vuestro instructor. A partir de hoy, somos un equipo. Tenemos mucho trabajo por delante.
La pelirroja continuó, y continuó hasta dar con las patas de la mesa, las tocó. Estaba claro que de ahí no se habían movido. Pudo incluso llegar a encontrar donde estaban las velas. Tenía ya casi el misterio resuelto, solamente tenía que encenderlas. Pero antes de que hiciera eso, los dos jóvenes fueron liberados de sus ataduras, ya podían moverse, hablar, realizar cualquier acción con total libertad, eso y recuperarse del cansancio que ahora mismo sufrían.
- ¿Qué ha ocurrido? – Preguntó Rika, que sus piernas flaquearon e hincó la rodilla en el suelo de madera. No había podido hacer nada, pero sentía una terrible pesadez por el cuerpo. Como si hubiera estado combatiendo durante un largo periodo de tiempo.
Una llama encendió las velas, fue rápido. Y allí, delante de los tres, y mirándoles imponentemente se hallaba el instructor. Para ellos era alto, mucho más alto que ellos tres, aunque su estatura fuera algo media. Portaba el chaleco de la villa, lo que quería decir que era rango superior a ellos. Y por lo ocurrido, bastante experto. De cabello rubio, y de ojos azules, los cuales los clavó en primera instancia en Ritsuko. Y después, miró al resto.
- En una situación real, habríais muerto. – Afirmó sin titubear. Su presentación fue clara y concisa. – No me parecía justo seguir torturándoos. Soy Nara Raiden, y soy vuestro instructor. A partir de hoy, somos un equipo. Tenemos mucho trabajo por delante.