14/12/2017, 14:28
Daruu no había previsto la repentina acometida de Ayame, y apenas tuvo tiempo de apartarse a un lado antes de que la supuesta lanza le alcanzara en el pecho. En un diestro movimiento, el Hyūga levantó su propia espada y golpeó la lanza. El impulso le llevó a Ayame a alzar los brazos, creando una abertura que el muchacho no dudó en aprovechar. Y, con un último destello de fuego, la mató acuchillándola en la cintura.
—Ploc —rio él.
—Jo... —protestó ella, bajando los brazos al tiempo que torcía el gesto en un mohín de fastidio.
Daruu arrojó la espada a un lado, y Ayame hizo lo mismo con su lanza.
—No, en serio, creo que son demasiado... grandes, para unos ninja —dijo—. Además, ya te he dicho que no podemos tenerlas ahí fuera todo el rato. ¿Qué tal si hacemos algo de Ninjutsu, después? Controlado, claro.
Ayame alzó una ceja, escéptica.
—¿Podemos confiar en nuestro control? —sonrió de medio lado.
Y aún así, entrelazó las manos en varios sellos. Después del intercambio de golpes con armas, ambos se encontraban a una distancia bastante próxima, así que desde sus hombros y sus piernas surgieron cuatro agujas de agua que buscaron perforar el cuerpo de su compañero. Sin embargo, Ayame se había asegurado de modificar aquellas letales agujas para que tuvieran la punta completamente roma, para golpear y no clavar.
—Ploc —rio él.
—Jo... —protestó ella, bajando los brazos al tiempo que torcía el gesto en un mohín de fastidio.
Daruu arrojó la espada a un lado, y Ayame hizo lo mismo con su lanza.
—No, en serio, creo que son demasiado... grandes, para unos ninja —dijo—. Además, ya te he dicho que no podemos tenerlas ahí fuera todo el rato. ¿Qué tal si hacemos algo de Ninjutsu, después? Controlado, claro.
Ayame alzó una ceja, escéptica.
—¿Podemos confiar en nuestro control? —sonrió de medio lado.
Y aún así, entrelazó las manos en varios sellos. Después del intercambio de golpes con armas, ambos se encontraban a una distancia bastante próxima, así que desde sus hombros y sus piernas surgieron cuatro agujas de agua que buscaron perforar el cuerpo de su compañero. Sin embargo, Ayame se había asegurado de modificar aquellas letales agujas para que tuvieran la punta completamente roma, para golpear y no clavar.