15/12/2017, 11:33
Sin embargo, de alguna manera, Daruu consiguió reaccionar a tiempo a su ofensiva. Se echó hacia atrás antes de que consiguiera derribarlo y entonces alzó su mano derecha hacia ella. Ayame apenas tuvo tiempo de cruzar los brazos frente al cuerpo en un inútil intento por defenderse antes de que una súbita ráfaga de chakra la sacudiera. Se vio impulsada hacia atrás, y su cuerpo estalló súbitamente en agua cuando un colmillo se alzó desde una de las réplicas de Daruu, empapando al resto de clones en el proceso.
—¡Pero me quieres contestar, hostia! ¡Deja de intentar pegarme! ¡Que tenemos que hacer un baile, no acabar como aquella vez en los Dojos!
Ayame recuperó su forma corpórea, temblando ligeramente. A sus espaldas, sus propias réplicas se deshicieron súbitamente y ella se sentó en el suelo con las piernas cruzadas y los hombros hundidos. Se había vuelto a dejar llevar, y la adrenalina del combate le había hecho olvidar el temor que sentía hacia ellos desde la final del Torneo. Pero, aún cuando su compañero se había preocupado de reducir la violencia de su ataque, Ayame había vuelto a sentir aquel punzante dolor recorriendo su espalda de arriba a abajo.
Durante un instante no le había visto a él, sino a Uchiha Akame y a sus ojos del color de la sangre.
—Lo siento... —murmuró, compungida.
—¡Pero me quieres contestar, hostia! ¡Deja de intentar pegarme! ¡Que tenemos que hacer un baile, no acabar como aquella vez en los Dojos!
Ayame recuperó su forma corpórea, temblando ligeramente. A sus espaldas, sus propias réplicas se deshicieron súbitamente y ella se sentó en el suelo con las piernas cruzadas y los hombros hundidos. Se había vuelto a dejar llevar, y la adrenalina del combate le había hecho olvidar el temor que sentía hacia ellos desde la final del Torneo. Pero, aún cuando su compañero se había preocupado de reducir la violencia de su ataque, Ayame había vuelto a sentir aquel punzante dolor recorriendo su espalda de arriba a abajo.
Durante un instante no le había visto a él, sino a Uchiha Akame y a sus ojos del color de la sangre.
—Lo siento... —murmuró, compungida.