19/12/2017, 00:38
Finalmente le tocaría su primer encargo como parte de un equipo, uno conformado por otras tres personas además de ella con las que… no podía decir que tenía buena relación, tampoco mala con alguno, pero es que aquel instructor no la convencía en lo más mínimo y días atrás había tenido lo que probablemente podría catalogarse como ‘problema’, con Ralexion.
«Si también ocurre con Rika probablemente me convenga dejar el equipo »pensaba la melancólica kunoichi, adjudicándose así la responsabilidad de cualquier posible problema que se pudiera dar durante alguna misión, o incluso entrenamiento.
Seguía siendo un desastre para orientarse, pero por suerte, uno de sus vecinos tenía que pasar cerca del edificio del Morikage, así fue como logró llegar a tiempo, no la primera, pero definitivamente no había llegado tarde.
—Gracias —dijo con una reverencia, dedicada justamente a la anciana que su compañero había tenido el gusto —o disgusto— de conocer días atrás.
La anciana simplemente se despidió y siguió su camino a paso lento y con un paraguas protegiéndola de la lluvia.
Ritsuko por su parte solo llevaba su capa para refugiarse de la lluvia, poco le importaba que su cabello se mojase y por ello nunca se consiguió una capa con capucha ni nada similar, pero el resto de su cuerpo estaba perfectamente seco, así que la prenda cumplía muy bien con su trabajo incluso a pesar de carecer de un pequeño trozo que había sido rasgado.
Al acercarse al edificio, la joven vio a sus compañeros a los cuales saludó vagamente y evitando el contacto visual directo. No se sentía cómoda como para mirarles a la cara.
—Hola —dijo con su melancólica expresión en el rostro.
Tras ello, simplemente se haría a un lado donde no estorbase, no muy cerca de sus compañeros pero tampoco muy lejos. Simplemente estaba a la distancia perfecta para ser escuchada y escuchar a los demás.
«Si también ocurre con Rika probablemente me convenga dejar el equipo »pensaba la melancólica kunoichi, adjudicándose así la responsabilidad de cualquier posible problema que se pudiera dar durante alguna misión, o incluso entrenamiento.
Seguía siendo un desastre para orientarse, pero por suerte, uno de sus vecinos tenía que pasar cerca del edificio del Morikage, así fue como logró llegar a tiempo, no la primera, pero definitivamente no había llegado tarde.
—Gracias —dijo con una reverencia, dedicada justamente a la anciana que su compañero había tenido el gusto —o disgusto— de conocer días atrás.
La anciana simplemente se despidió y siguió su camino a paso lento y con un paraguas protegiéndola de la lluvia.
Ritsuko por su parte solo llevaba su capa para refugiarse de la lluvia, poco le importaba que su cabello se mojase y por ello nunca se consiguió una capa con capucha ni nada similar, pero el resto de su cuerpo estaba perfectamente seco, así que la prenda cumplía muy bien con su trabajo incluso a pesar de carecer de un pequeño trozo que había sido rasgado.
Al acercarse al edificio, la joven vio a sus compañeros a los cuales saludó vagamente y evitando el contacto visual directo. No se sentía cómoda como para mirarles a la cara.
—Hola —dijo con su melancólica expresión en el rostro.
Tras ello, simplemente se haría a un lado donde no estorbase, no muy cerca de sus compañeros pero tampoco muy lejos. Simplemente estaba a la distancia perfecta para ser escuchada y escuchar a los demás.