19/12/2017, 23:48
—Deja de... decir... tonterías. —balbuceó Daruu, puños apretados—. ¿Mera suerte? ¡No reconoces ninguno de tus méritos, sean pequeños o grandes!
»¿Y por qué tienes que defenderme ante nadie? Puede que te lo contase porque necesitaba confiárselo a alguien, pero lo de Akame es algo que tenía... tenía que solucionar yo. ¿Y qué es eso sobre tu padre? No sabes nada. Él tampoco sabe nada. Ninguno de los dos sabéis nada.
»No sé de qué me estás hablando, pero él baja todas las madrugadas con un cabreo que no le cabe encima, y sus ojos... Esos ojos. Yo creo que gran parte de él está entrenándome para hacerte de rabiar. Además durante aquella conversación del carro lo único que noté es que lo que quiere es que le pidas entrenar tú misma.
«Pero no lo harás. Porque los dos sois igual de orgullosos.»
Daruu se acercó a Ayame, la tomó de los hombros, la atrajo hacia sí y la abrazó con fuerza.
—Mira, sé que lo tuyo con tu padre no se va a arreglar enseguida, pero me duele verte mal. Yo te ayudé a aprobar el examen, yo te considero una igual. Así que deja de decir tonterías y esforcémonos al máximo de todos modos. No sé qué más decirte, de verdad, pero... odio verte así.
»A lo mejor en vez de centrarnos en quién gana a quién deberíamos centrarnos en hacer buen equipo y apoyarnos mutuamente. Y tenemos una misión que cumplir. Venga, que nos lo estábamos pasando bien.
»¿Y por qué tienes que defenderme ante nadie? Puede que te lo contase porque necesitaba confiárselo a alguien, pero lo de Akame es algo que tenía... tenía que solucionar yo. ¿Y qué es eso sobre tu padre? No sabes nada. Él tampoco sabe nada. Ninguno de los dos sabéis nada.
»No sé de qué me estás hablando, pero él baja todas las madrugadas con un cabreo que no le cabe encima, y sus ojos... Esos ojos. Yo creo que gran parte de él está entrenándome para hacerte de rabiar. Además durante aquella conversación del carro lo único que noté es que lo que quiere es que le pidas entrenar tú misma.
«Pero no lo harás. Porque los dos sois igual de orgullosos.»
Daruu se acercó a Ayame, la tomó de los hombros, la atrajo hacia sí y la abrazó con fuerza.
—Mira, sé que lo tuyo con tu padre no se va a arreglar enseguida, pero me duele verte mal. Yo te ayudé a aprobar el examen, yo te considero una igual. Así que deja de decir tonterías y esforcémonos al máximo de todos modos. No sé qué más decirte, de verdad, pero... odio verte así.
»A lo mejor en vez de centrarnos en quién gana a quién deberíamos centrarnos en hacer buen equipo y apoyarnos mutuamente. Y tenemos una misión que cumplir. Venga, que nos lo estábamos pasando bien.