21/12/2017, 02:19
Su atención, finalmente, fue en su totalidad hasta el pequeño palco improvisado cuando uno de los dos hombres del espectáculo comenzó a hablar.
—¡Muy buenas a todos! ¡Mi nombre es Yakizana, y éste es mi compañero Nori! ¡Es un placer para nosotros anunciar el inicio de lo que esperamos sea la mayor tradición de estas tierras, LOS JUEGOS DE SUPERVIVENCIA! —el público reaccionó positivamente ante la revelación, que para el escualo no pareció ser la gran cosa. Bien porque desconocía de aquella tradición si es que lo era, o también porque el nombre por sí sólo no explicaba el contexto del asunto. Juegos, claro, en donde tendría que sobrevivir. ¿Pero y qué? —. ¡Estos juegos son bastante básicos, se forman diez parejas, las cuales serán llevadas a una zona preparada en la que se llevará a cabo el evento, y no consiste, ni más ni menos, en ser la última pareja que quede en pie!
Entonces, el tumulto se motivó, agitado. Los murmullos se hicieron medios gritos y la horda de gente comenzó a moverse aún y cuando el anuncio no había concluido. Reticente, el escualo esperó más información, inmóvil en su lugar.
—¡Como imaginaréis no va a morir nadie, tranquilos! ¡La pareja ganadora tendrá un premio que no podemos decir hasta el final! ¡Se puede inscribir cualquiera, quien quiera no tiene más que inscribirse aquí y cuando estemos completos, seréis trasladados al lugar.
¿Morir? no le preocupaba. Si no hubo muerto enfrentando a los Kajitsu, ¿por qué iba a hacerlo en unos simples juegos?
Sonrió, socarrón. Y aceptó aquel discurso como si se tratase de un reto.
Se quitó la capucha de la cabeza y comenzó a andar tan motivado, pavoneándose entre la muchedumbre como si él fuese el mismísimo Señor Feudal abriéndose paso entre sus súbditos. Estaba decidido, iba a inscribirse, e iba a ganar aquellos juegos, sólo por no tener nada mejor que hacer.
—¡Muy buenas a todos! ¡Mi nombre es Yakizana, y éste es mi compañero Nori! ¡Es un placer para nosotros anunciar el inicio de lo que esperamos sea la mayor tradición de estas tierras, LOS JUEGOS DE SUPERVIVENCIA! —el público reaccionó positivamente ante la revelación, que para el escualo no pareció ser la gran cosa. Bien porque desconocía de aquella tradición si es que lo era, o también porque el nombre por sí sólo no explicaba el contexto del asunto. Juegos, claro, en donde tendría que sobrevivir. ¿Pero y qué? —. ¡Estos juegos son bastante básicos, se forman diez parejas, las cuales serán llevadas a una zona preparada en la que se llevará a cabo el evento, y no consiste, ni más ni menos, en ser la última pareja que quede en pie!
Entonces, el tumulto se motivó, agitado. Los murmullos se hicieron medios gritos y la horda de gente comenzó a moverse aún y cuando el anuncio no había concluido. Reticente, el escualo esperó más información, inmóvil en su lugar.
—¡Como imaginaréis no va a morir nadie, tranquilos! ¡La pareja ganadora tendrá un premio que no podemos decir hasta el final! ¡Se puede inscribir cualquiera, quien quiera no tiene más que inscribirse aquí y cuando estemos completos, seréis trasladados al lugar.
¿Morir? no le preocupaba. Si no hubo muerto enfrentando a los Kajitsu, ¿por qué iba a hacerlo en unos simples juegos?
Sonrió, socarrón. Y aceptó aquel discurso como si se tratase de un reto.
Se quitó la capucha de la cabeza y comenzó a andar tan motivado, pavoneándose entre la muchedumbre como si él fuese el mismísimo Señor Feudal abriéndose paso entre sus súbditos. Estaba decidido, iba a inscribirse, e iba a ganar aquellos juegos, sólo por no tener nada mejor que hacer.