21/12/2017, 17:25
Eri escuchaba a Ayame a la par que miraba a los ancianos actuar, hasta que por fin decidió mirar a la kunoichi mientras hablaba, pues no era de buena educación. Parecía haber pasado por algo similar a su caso: toda su familia constituida por personas dedicadas a ese oficio, incluso ella desde pequeña quiso serlo. Era normal, al fin y al cabo.
Pero no era eso lo que acababa de preguntar, no; era querer ser algo más. Ella anhelaba ser reconocida como una kunoichi. Sabía que en Uzushiogakure el hecho de ser Uzumaki ya te daba por hecho convertirte en un shinobi, pero había tantos que no destacaban. Shiona lo hizo, pero porque era Shiona, y Gouna fue por el mismo camino...
Pero ella solo era una Uzumaki más, si nombre no figuraría en ningún papel.
—Si tanta vocación sientes por la música, ¿por qué te hiciste kunoichi y no música?
No pudo evitar soltar una risilla al escuchar aquello.
—No es que no quisiera ser kunoichi, es más, adoro haberme convertido en una —corrió a explicar, aún con una sonrisa suelta entre sus labios —. Mi padre era shinobi, pero también tocaba la flauta, solo que nunca fue muy reconocido, pero se le daba realmente bien —explicó la joven mientras se encogía de hombros —. Luego él murió, y siento que, para no sé, honrar su muerte, podría hacer que su música llegase más allá de las cuatro paredes de Uzushiogakure, ya que bueno, soy el vivo reflejo —acentuó aquello haciendo cerrando y abriendo los dedos índice y corazón varias veces —, de mi padre.
Pero no era eso lo que acababa de preguntar, no; era querer ser algo más. Ella anhelaba ser reconocida como una kunoichi. Sabía que en Uzushiogakure el hecho de ser Uzumaki ya te daba por hecho convertirte en un shinobi, pero había tantos que no destacaban. Shiona lo hizo, pero porque era Shiona, y Gouna fue por el mismo camino...
Pero ella solo era una Uzumaki más, si nombre no figuraría en ningún papel.
—Si tanta vocación sientes por la música, ¿por qué te hiciste kunoichi y no música?
No pudo evitar soltar una risilla al escuchar aquello.
—No es que no quisiera ser kunoichi, es más, adoro haberme convertido en una —corrió a explicar, aún con una sonrisa suelta entre sus labios —. Mi padre era shinobi, pero también tocaba la flauta, solo que nunca fue muy reconocido, pero se le daba realmente bien —explicó la joven mientras se encogía de hombros —. Luego él murió, y siento que, para no sé, honrar su muerte, podría hacer que su música llegase más allá de las cuatro paredes de Uzushiogakure, ya que bueno, soy el vivo reflejo —acentuó aquello haciendo cerrando y abriendo los dedos índice y corazón varias veces —, de mi padre.