22/12/2017, 23:01
—Los mapas los llevo yo…¿Sabes llegar? —cuestionó Rika.
Ralexion asintió.
—Sí, sé dónde es. No está muy lejos, no te preocupes, no tiene pérdida —respondió con seguridad.
Cuando se topó con la expresión de Ritsuko se aseguró de devolverle la misma mueca que se le mostraba a él, en especial tras ser consciente de que la fémina no tenía intención alguna de utilizar su prenda de una forma efectiva. «¡Ella verá!», exclamó en su interior, dispuesto a olvidarse de lo demás y centrarse en la misión.
No obstante, sus dos compañeras le instaban a que se protegiese del azote de los elementos, pero a él no le parecía para tanto. Rika albergaba algo de razón con el argumento de que cabía la posibilidad de que sufriera un resfriado en el proceso, pero él solo lo veía como una molestia menor, algo sin importancia que no podía compararse con ser caballeroso con la pelirroja, aunque fuera con actitud aparentemente enojada.
—Menos preocuparse y más ponernos en marcha, hay que hacer lo que se espera de nosotros, ¡vamos! —afirmó con semblante tenaz, a pesar de que su cabello estaba empapado de tal manera que se le quedaba pegado al rostro, y sus ropas necesitarían de un buen secado cuando la lluvia amainase.
Espera que le siguieran, porque él no iba a bajar el ritmo. Echó a caminar con el vigor digno de un soldado entregado a la causa, en dirección al primero de los santuarios marcados en el mapa.
Ralexion asintió.
—Sí, sé dónde es. No está muy lejos, no te preocupes, no tiene pérdida —respondió con seguridad.
Cuando se topó con la expresión de Ritsuko se aseguró de devolverle la misma mueca que se le mostraba a él, en especial tras ser consciente de que la fémina no tenía intención alguna de utilizar su prenda de una forma efectiva. «¡Ella verá!», exclamó en su interior, dispuesto a olvidarse de lo demás y centrarse en la misión.
No obstante, sus dos compañeras le instaban a que se protegiese del azote de los elementos, pero a él no le parecía para tanto. Rika albergaba algo de razón con el argumento de que cabía la posibilidad de que sufriera un resfriado en el proceso, pero él solo lo veía como una molestia menor, algo sin importancia que no podía compararse con ser caballeroso con la pelirroja, aunque fuera con actitud aparentemente enojada.
—Menos preocuparse y más ponernos en marcha, hay que hacer lo que se espera de nosotros, ¡vamos! —afirmó con semblante tenaz, a pesar de que su cabello estaba empapado de tal manera que se le quedaba pegado al rostro, y sus ropas necesitarían de un buen secado cuando la lluvia amainase.
Espera que le siguieran, porque él no iba a bajar el ritmo. Echó a caminar con el vigor digno de un soldado entregado a la causa, en dirección al primero de los santuarios marcados en el mapa.