27/12/2017, 02:28
Al final, con solo poner mi mano sobre aquella fría pieza de metal, me la lleve. Sin fuerza, como si la pieza estuviese predestinada a estar conmigo. No tuve mucho tiempo para darle vueltas al asunto, pues nada más poner mi mano sobre la pieza me hundí en lo que parecía ser agua lodosa. Y pese a que esperaba golpearme con el suelo de la cocina, no recuerdo ningún golpe, solo perder el conocimiento, tal vez por la falta de aire.
Y entonces desperté. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero desde luego me dolía mucho la cabeza, como si me hubiera dado un fuerte golpe, sin embargo no recordaba haber golpeado nada. Estaba todo empapado, tal vez por el lodo de la cocina, pero desde luego seguía vivo, y no me había ahogado. El polvo de la alfombra sobre la que me encontraba se pegaba a mi ropa mientras me incorporaba, y aquella estúpida pieza de puzle pesaba más de lo que me había imaginado para su tamaño, pero también yo estaba perdiendo las fuerzas. La guarde en el portaobjetos como pude mientras observaba mí alrededor.
Fue entonces cuando lo vi. No a los ojos que me observaban desde uno de los rincones de aquella habitación, sino una pequeña cesta con algo de Maíz. No pude contenerme, mi cuerpo necesitaba ese maíz tanto o más que respirar y todo lo que me rodeaba dejó de existir. Otra vez, si ni siquiera había pensado que aquel maíz pudiese estar envenenado, me abalancé sobre el cual león hambriento y solo cuando termine alce la vista de nuevo. Otra vez había encontrado el maíz tarde y no había sido capaz de controlarme para guardar un poco para el futuro.
En ese momento fue cuando me percate de la otra presencia. Unos ojos violáceos me observaban desde la oscuridad. No podía verse nada, solo aquellos ojos clavados en mí. Ni su rostro, ni su pelo, ni su tamaño. La oscuridad no me permitía ver más allá. Reconozco que me sobresalte, cayendo de culo sobre la alfombra, y empujando con mis brazos y piernas para alejarme de aquella mirada penetrante. Me ponía los pelos de punta. Aun así, hable con voz temblorosa.
—¿E…e…eres tu quien me…me ha estado a…ayudando?
Y entonces desperté. No sabía cuánto tiempo había pasado, pero desde luego me dolía mucho la cabeza, como si me hubiera dado un fuerte golpe, sin embargo no recordaba haber golpeado nada. Estaba todo empapado, tal vez por el lodo de la cocina, pero desde luego seguía vivo, y no me había ahogado. El polvo de la alfombra sobre la que me encontraba se pegaba a mi ropa mientras me incorporaba, y aquella estúpida pieza de puzle pesaba más de lo que me había imaginado para su tamaño, pero también yo estaba perdiendo las fuerzas. La guarde en el portaobjetos como pude mientras observaba mí alrededor.
Fue entonces cuando lo vi. No a los ojos que me observaban desde uno de los rincones de aquella habitación, sino una pequeña cesta con algo de Maíz. No pude contenerme, mi cuerpo necesitaba ese maíz tanto o más que respirar y todo lo que me rodeaba dejó de existir. Otra vez, si ni siquiera había pensado que aquel maíz pudiese estar envenenado, me abalancé sobre el cual león hambriento y solo cuando termine alce la vista de nuevo. Otra vez había encontrado el maíz tarde y no había sido capaz de controlarme para guardar un poco para el futuro.
En ese momento fue cuando me percate de la otra presencia. Unos ojos violáceos me observaban desde la oscuridad. No podía verse nada, solo aquellos ojos clavados en mí. Ni su rostro, ni su pelo, ni su tamaño. La oscuridad no me permitía ver más allá. Reconozco que me sobresalte, cayendo de culo sobre la alfombra, y empujando con mis brazos y piernas para alejarme de aquella mirada penetrante. Me ponía los pelos de punta. Aun así, hable con voz temblorosa.
—¿E…e…eres tu quien me…me ha estado a…ayudando?
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)