—¡Oh por Ame no Kami...!— Reaccionó al ver que el otro sujeto golpeaba al recepcionista. —Y luego dicen que yo tengo mal carácter—. Contrario a lo que su aspecto aparenta, suele huir lo más posible de la violencia. "Y mejor huyo de aquí antes de que piensen que tengo algo que ver con este imbécil. ¿Acaso este tipo no tiene miedo a las represalias que esto puede ocasionar? Madre mía." Lo mejor era hacerse la vaca respecto al asunto, además, cómo el mismo dijo, tenía asuntos pendientes.
—Hijo de puta...— Le maldijo mientras se sobaba la nariz. —Ya decía yo que no tenías más que excusas, andando de moralista—. Le miró con más rabia que antes —Además pegas cómo niñita. Si de verdad eres shinobi serás de los más inútiles que he visto—. Por un momento parecía que se había ido, pues se fue hacía el interior del negocio.
Por su parte, el del parche en el ojo ya tenía todo listo para salir de ahí lo más rápido que sus piernas le permitieran. "Joooodeeeer" Ya estaba por irse cuando escuchó las palabras del otro, queriendo inquirirle algo. "Mierda..." En otra situación lo hubiese mandado perfectamente al demonio, pero a palabras de su hermana, necesitaba aprender a ser más amable con las persona. "Amabilidad será la gran puta." De eso poco y nada. —Que sea rápido—. Dijo de muy mala gana, alejándose tal y cómo le había solicitado el Hyuga, esperando a ver que era lo que tenía que preguntarle.
"¿Qué carajos?" Torció el gesto, incrédulo, ante la pregunta del otro, la cual le incomodaba bastante.
—¿A qué viene esa pregunta?— El Senju era muy cerrado cuando se trataba de esos temas, más si se lo preguntaban de una forma tan personal. —Espero que no estés buscando una charla filosófica aquí y ahora, sin mencionar que soy la última persona con la que vas a desear hablar de eso—. Estaba claramente molesto y no tardó en mirarlo con una mirada agresiva, queriendo reprocharlo con el mismo gesto que el tendero al que previamente acababa de golpear. —Primero te pones a defender a capa y espada el oficio, mostrando un nulo autocontrol. ¿Y ahora preguntas qué motivaciones tendría la gente para ser shinobi?, decídete nene.— Empezó a caminar, pero mantenía la voz en alto mientras caminaba, asegurándose de que al menos escuchara lo que tenía que decirle. —Ser shinobi es ser un arma que sirve para ser usada, obedeciendo las órdenes que le den, sean justas o no, sin dejar lugar alguno para emociones y sentimientos. Ya te lo tendrías que haber memorizado, lo repiten hasta el cansancio en la academia.— Seguía su propio rumbo de regreso al dojo de su familia, si el otro quería seguir platicando tendría que seguirle el paso al de cabellos bicolor.
—Hijo de puta...— Le maldijo mientras se sobaba la nariz. —Ya decía yo que no tenías más que excusas, andando de moralista—. Le miró con más rabia que antes —Además pegas cómo niñita. Si de verdad eres shinobi serás de los más inútiles que he visto—. Por un momento parecía que se había ido, pues se fue hacía el interior del negocio.
Por su parte, el del parche en el ojo ya tenía todo listo para salir de ahí lo más rápido que sus piernas le permitieran. "Joooodeeeer" Ya estaba por irse cuando escuchó las palabras del otro, queriendo inquirirle algo. "Mierda..." En otra situación lo hubiese mandado perfectamente al demonio, pero a palabras de su hermana, necesitaba aprender a ser más amable con las persona. "Amabilidad será la gran puta." De eso poco y nada. —Que sea rápido—. Dijo de muy mala gana, alejándose tal y cómo le había solicitado el Hyuga, esperando a ver que era lo que tenía que preguntarle.
"¿Qué carajos?" Torció el gesto, incrédulo, ante la pregunta del otro, la cual le incomodaba bastante.
—¿A qué viene esa pregunta?— El Senju era muy cerrado cuando se trataba de esos temas, más si se lo preguntaban de una forma tan personal. —Espero que no estés buscando una charla filosófica aquí y ahora, sin mencionar que soy la última persona con la que vas a desear hablar de eso—. Estaba claramente molesto y no tardó en mirarlo con una mirada agresiva, queriendo reprocharlo con el mismo gesto que el tendero al que previamente acababa de golpear. —Primero te pones a defender a capa y espada el oficio, mostrando un nulo autocontrol. ¿Y ahora preguntas qué motivaciones tendría la gente para ser shinobi?, decídete nene.— Empezó a caminar, pero mantenía la voz en alto mientras caminaba, asegurándose de que al menos escuchara lo que tenía que decirle. —Ser shinobi es ser un arma que sirve para ser usada, obedeciendo las órdenes que le den, sean justas o no, sin dejar lugar alguno para emociones y sentimientos. Ya te lo tendrías que haber memorizado, lo repiten hasta el cansancio en la academia.— Seguía su propio rumbo de regreso al dojo de su familia, si el otro quería seguir platicando tendría que seguirle el paso al de cabellos bicolor.