3/01/2018, 04:09
La noche transcurría con suma normalidad, con un ambiente agradable que incluso el Isa podía darse el lujo para relajarse. "Ojalá el show empiece pronto." Añoraba mientras estiraba los brazos hacía arriba, mientras jalaba con su pie la otra silla vacía de la mesa, sólo para usarla para apoyar sus piernas a la vez que se acomodaba de forma poco ortodoxa.
En el recinto, se escuchaba el jolgorio de grupos de amigos que jugaban a las cartas, otros bebían, mientras los demás sólo se dedicaban a platicar amenamente sobre el día a día. "Creo que yo he de ser el único que no viene en compañía, pero nee-chan no quiso salir, sólo me mandó para acá." Suspiró llanamante. "No es que lo necesite." Exclamó con pesadez, hasta que veía al mesero acercarse con su pedido. "Ohhh yeaahhh." Se le hacía agua la boca al admirar la figura de la copa, delgada por en medio cómo la cintura de una docella, dejando ver el rosa del sabor y adornada por encima con espuma de chantillí. "La única compañía que necesito esta noche eres tú, sabrosura." Quiso piropearle mentalmente desde la lejanía, esperando el momento para poner sus labios en ella.
Antes de llegar con él, el mesero tomó un pequeño desvió para entregar el plato de ramen que había solicitado una muchacha de anteojos en una mesa cercana. Esos pequeños segundos de distracción que le alejaron de su premio disgustaron al pelimorado, pero cuando le vio acercarse de regreso llegó incluso a componer su postura al sentarse. "Y lo mejor es que es gratis."
Pero entonces todo se fue al demonio, cuando un apagón hizo que las luces y la música cesaran abruptamente. No sólo dentro del negocio, sino en un área que ocupaba unas 10 cuadras a la redonda.
—¡Qué me parta un mal rayo!— Pudo escucharse la maldición, al mismo tiempo que el sonido de un cristal romperse en la oscuridad y los murmullos del local.
En el recinto, se escuchaba el jolgorio de grupos de amigos que jugaban a las cartas, otros bebían, mientras los demás sólo se dedicaban a platicar amenamente sobre el día a día. "Creo que yo he de ser el único que no viene en compañía, pero nee-chan no quiso salir, sólo me mandó para acá." Suspiró llanamante. "No es que lo necesite." Exclamó con pesadez, hasta que veía al mesero acercarse con su pedido. "Ohhh yeaahhh." Se le hacía agua la boca al admirar la figura de la copa, delgada por en medio cómo la cintura de una docella, dejando ver el rosa del sabor y adornada por encima con espuma de chantillí. "La única compañía que necesito esta noche eres tú, sabrosura." Quiso piropearle mentalmente desde la lejanía, esperando el momento para poner sus labios en ella.
Antes de llegar con él, el mesero tomó un pequeño desvió para entregar el plato de ramen que había solicitado una muchacha de anteojos en una mesa cercana. Esos pequeños segundos de distracción que le alejaron de su premio disgustaron al pelimorado, pero cuando le vio acercarse de regreso llegó incluso a componer su postura al sentarse. "Y lo mejor es que es gratis."
Pero entonces todo se fue al demonio, cuando un apagón hizo que las luces y la música cesaran abruptamente. No sólo dentro del negocio, sino en un área que ocupaba unas 10 cuadras a la redonda.
—¡Qué me parta un mal rayo!— Pudo escucharse la maldición, al mismo tiempo que el sonido de un cristal romperse en la oscuridad y los murmullos del local.