Entre una cosa y otra, el día iba llegando a su punto medio. El sol, o lo que debiere ser su silueta había de estar en lo mas alto del cielo. Lamentablemente, e igual que en la mayoría de días, una inmensurable cantidad de nubes tapaba el gran azul, tiñendo de color gris, y endulzandolo con el liquido mas valioso existente, agua. Apenas había parado de llover en días, pero eso es algo frecuente en la urbe mas avanzada de todo Onindo, Amegakure... nada que destacase en éste día.
Quizás había algo que destacar, aunque no tenía que ver con el clima. La pelirroja, que casi partía en busca de mas información sobre sus últimas andanzas, se vio interrumpida de sus propósitos por una llamada de la administración de Amegakure. En un principio incluso sospechó que pudiese deberse al infortuito encuentro con Mogura y Keisuke —los super guerreros— y su leve intervención. Pero, por suerte o desgracia, le informaron de que se debía a una misión que debían asignarle, debido a sus particulares habilidades.
Suponiendo que se referían a su habilidad del manejo de papeles, la chica no hizo demasiado caso al asunto, no pensó que pudiera deberse a su inmortalidad. Quizás hasta se referían a su buen rango como shinobi de rastreo, pues sus mariposas eran geniales en ese ámbito. Tan solo podía ir, y averiguar de que se trataba, total... no podía rechazar esa invitación, por mucho que quisiera.
Los deberes y obligaciones de ser genin...
Vestida como de costumbre, y equipada con todo el material que bien podía hacerle falta, la chica puso rumbo al edificio de la Arashikage. No tenía seguramente ni que ver a la mandamás, tan solo presentarse en la recepción. Así pues, procedió. Se presentó sin demasiada demora en la recepción del edificio, donde una mujer de mediana edad la recibió. Ésta vestía unas ropas de tonos amarillentos, que claramente contrastaban con su tez oscura, pero acompañaban a su lindo cabello largo y liso en el mismo color.
—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarte, señorita?
La chica realizó una leve reverencia a modo de saludo —Buenas tardes —retiró la leve reverencia — venía porque me avisaron de que había un encargo para mi, soy Watasashi Aiko.
La mujer revisó por un instante los numerosos papeles que había sobre su escritorio —Un momento, por favor y siguió buscando hasta encontrar lo que parecía estar buscando. Lo remarcó un par de veces con el índice, quizás haciendo una nota mental de lo que debía contener —Aquí está.
»Pero me temo que debes esperar un poco, éste encargo no es un encargo habitual para un genin. En ésta misión se te ha asignado como parte de un equipo, un chunin y tu sois los participantes. Seguro que no demora demasiado, aguarda un momento ahí sentada si lo deseas.
La mujer señaló unos sillones que habían a un costado de la sala, y volvió a su trabajo.
—Entiendo.
Sin mucho mas que decir, la pelirroja tomaría asiento, y cruzada de piernas, terminaría por recostarse en el sillón como si estuviese en su propias casa. Eso si, no podía dejar de pensar en el porqué le habían asignado una misión en conjunto a un chunin, no acostumbraba a eso... era bastante independiente.
Quizás había algo que destacar, aunque no tenía que ver con el clima. La pelirroja, que casi partía en busca de mas información sobre sus últimas andanzas, se vio interrumpida de sus propósitos por una llamada de la administración de Amegakure. En un principio incluso sospechó que pudiese deberse al infortuito encuentro con Mogura y Keisuke —los super guerreros— y su leve intervención. Pero, por suerte o desgracia, le informaron de que se debía a una misión que debían asignarle, debido a sus particulares habilidades.
Suponiendo que se referían a su habilidad del manejo de papeles, la chica no hizo demasiado caso al asunto, no pensó que pudiera deberse a su inmortalidad. Quizás hasta se referían a su buen rango como shinobi de rastreo, pues sus mariposas eran geniales en ese ámbito. Tan solo podía ir, y averiguar de que se trataba, total... no podía rechazar esa invitación, por mucho que quisiera.
Los deberes y obligaciones de ser genin...
Vestida como de costumbre, y equipada con todo el material que bien podía hacerle falta, la chica puso rumbo al edificio de la Arashikage. No tenía seguramente ni que ver a la mandamás, tan solo presentarse en la recepción. Así pues, procedió. Se presentó sin demasiada demora en la recepción del edificio, donde una mujer de mediana edad la recibió. Ésta vestía unas ropas de tonos amarillentos, que claramente contrastaban con su tez oscura, pero acompañaban a su lindo cabello largo y liso en el mismo color.
—Buenas tardes, ¿en qué puedo ayudarte, señorita?
La chica realizó una leve reverencia a modo de saludo —Buenas tardes —retiró la leve reverencia — venía porque me avisaron de que había un encargo para mi, soy Watasashi Aiko.
La mujer revisó por un instante los numerosos papeles que había sobre su escritorio —Un momento, por favor y siguió buscando hasta encontrar lo que parecía estar buscando. Lo remarcó un par de veces con el índice, quizás haciendo una nota mental de lo que debía contener —Aquí está.
»Pero me temo que debes esperar un poco, éste encargo no es un encargo habitual para un genin. En ésta misión se te ha asignado como parte de un equipo, un chunin y tu sois los participantes. Seguro que no demora demasiado, aguarda un momento ahí sentada si lo deseas.
La mujer señaló unos sillones que habían a un costado de la sala, y volvió a su trabajo.
—Entiendo.
Sin mucho mas que decir, la pelirroja tomaría asiento, y cruzada de piernas, terminaría por recostarse en el sillón como si estuviese en su propias casa. Eso si, no podía dejar de pensar en el porqué le habían asignado una misión en conjunto a un chunin, no acostumbraba a eso... era bastante independiente.