Tras la pregunta de la chica, el chuunin desveló que había sido petición suya el ser acompañado en una misión que trataba de dar caza a un animal que estaba provocando problemas. Entre tanto, le entregó el pergamino, para que ella misma pudiese verlo. La pelirroja tomó el susodicho pergamino, lo abrió y comenzó a leer. Mogura comentó que ella tenía habilidades que el no poseía, y serían necesarias para la tarea. Podía referirse a su inmortalidad, a su capacidad de rastreo, o incluso a su técnica para atrapar a un objetivo con papeles; a saber a qué habilidades se refería. Leído el pergamino, la chica terminó por devolvérselo.
—Entiendo.
Una vez el chico tuvo el pergmino en sus manos, instó en que se encontrasen de nuevo pasada una hora en la puerta de la aldea. Así mismo, informó que su intención era llegar a Yachi antes de que el día acabase. La simple idea de pensar en cruzar toda esa distancia antes de que acabase el día le pareció absurda, ilógica.
—Vamos a llegar muertos, ¿no? Hay un buen tramo hasta Yachi...
Pero bueno, él era el superior, había de saber lo que hacía. Total, en un caso extremo podía deshacerse en mariposas y apostarse sobre el chuunin, si es que tan rápido corría y tanta resistencia lo caracterizaba. Igual ya pensaría en eso mas tarde, ahora había de tomar un buen plato de ramen. Cenaría ahora, en pos de tener el estómago lleno antes de comenzar el viaje.
—Bueno, igual... nos vemos luego en la entrada —apresuró a decir —hasta luego.
Con parsimonia, la chica comenzaría a tomar rumbo hacia una tienda de ramen que tenía cerca de casa, una que casi se le hacía familiar.
—Entiendo.
Una vez el chico tuvo el pergmino en sus manos, instó en que se encontrasen de nuevo pasada una hora en la puerta de la aldea. Así mismo, informó que su intención era llegar a Yachi antes de que el día acabase. La simple idea de pensar en cruzar toda esa distancia antes de que acabase el día le pareció absurda, ilógica.
—Vamos a llegar muertos, ¿no? Hay un buen tramo hasta Yachi...
Pero bueno, él era el superior, había de saber lo que hacía. Total, en un caso extremo podía deshacerse en mariposas y apostarse sobre el chuunin, si es que tan rápido corría y tanta resistencia lo caracterizaba. Igual ya pensaría en eso mas tarde, ahora había de tomar un buen plato de ramen. Cenaría ahora, en pos de tener el estómago lleno antes de comenzar el viaje.
—Bueno, igual... nos vemos luego en la entrada —apresuró a decir —hasta luego.
Con parsimonia, la chica comenzaría a tomar rumbo hacia una tienda de ramen que tenía cerca de casa, una que casi se le hacía familiar.