9/01/2018, 18:49
Raiden se había tomado muy en serio su papel como sensei. Por un lado Ralexion agradecía la dedicación del chūnin, pero por otro se le antojaba molesto tener que estar yendo día sí y día también al lugar que el referido indicase a la hora señalada. ¡No gozaban de respiro alguno! «La vida de ninja es estricta, a veces echo de menos mis días en la aldea, por muy aburridos que fuesen...».
Pero la sesión de hoy acababa de finalizar y el muchacho podía respirar tranquilo. Se despidió frugalmente de Rika y de Raiden y abandonó el lugar a buen paso. Ya fuera del dojo observó a unos cuantos metros de él la inconfundible figura de Ritsuko. Se detuvo de inmediato y ladeó el rostro, rojo como un tomate. Durante los entrenamientos era capaz de dejar la mente en blanco y no verse incomodado por la presencia de la pelirroja, pero tan pronto cambiaba el chip y retornaba a una actitud normal le parecía imposible.
Pensó en esperar hasta que la muchacha desapareciese de su vista para emprender el camino de vuelta a casa. Sin embargo, terminó decatándose por la opción totalmente opuesta: aceleró el paso y se aproximó a ella. «¡Esto no puede seguir así...!», se dijo.
—¡Ritsuko! —la llamó.
Pero la sesión de hoy acababa de finalizar y el muchacho podía respirar tranquilo. Se despidió frugalmente de Rika y de Raiden y abandonó el lugar a buen paso. Ya fuera del dojo observó a unos cuantos metros de él la inconfundible figura de Ritsuko. Se detuvo de inmediato y ladeó el rostro, rojo como un tomate. Durante los entrenamientos era capaz de dejar la mente en blanco y no verse incomodado por la presencia de la pelirroja, pero tan pronto cambiaba el chip y retornaba a una actitud normal le parecía imposible.
Pensó en esperar hasta que la muchacha desapareciese de su vista para emprender el camino de vuelta a casa. Sin embargo, terminó decatándose por la opción totalmente opuesta: aceleró el paso y se aproximó a ella. «¡Esto no puede seguir así...!», se dijo.
—¡Ritsuko! —la llamó.