10/01/2018, 23:43
Con aquella vaga información que el de cabellos oscuros le proporcionó podía dar por seguro que se estaba alejando más de la cuenta de la aldea, lo que significa que si quiere regresar tiene que regresar en sus pasos o terminaría llegando al país de la tormenta, o incluso al del viento.
En cualquier caso, a la pelirroja no le apetecía visitar ninguno de los lugares mencionados así que con una reverencia y una palabra agradecería al desconocido y se retiraría… de no ser porque este se le adelantó y fue a consultar por indicaciones más precisas a los soldados que iban bajando. A diferencia del aspecto de estos, accedieron a despejarle las dudas al joven de Amegakure y siguieron su camino.
—Muchas gracias —dijo la pelirroja dedicándole una reverencia al contrario una vez que este regresó.
Con solo eso era suficiente para dar por finalizado el encuentro, Ritsuko no tenía más motivos para seguir molestando a aquel chico ni él tenía motivos para seguir hablando con ella. Fue así como se separaron.
«Me tomará días llegar »se lamentaba la kunoichi, quien ya se dirigía hacia el país del bosque, de no ser porque curiosamente se topó cara a cara con un enorme león, tenía alguna que otra marca en el cuerpo, dejando en claro que había tenido sus conflictos pero se mantenía completo e intimidante, mostrando los dientes ante la pelirroja cuyas piernas temblaban violentamente.
Nadie le enseñó cómo reaccionar ante un animal, salvaje, y definitivamente no es lo mismo hacer frente a un animal que a una persona así que lo único que atinó a hacer la genin de Kusa fue echarse a correr ni bien la bestia se abalanzó sobre ella.
—¡Mierda, mierda, mierda! —chillaba mientras corría tan rápido como podía escaleras arriba.
Probablemente hubiese sido una mejor idea correr hacia los soldados que podrían manejar más fácilmente la situación que un par de genins, pero la pelirroja al ser presa del pánico solo pudo pensar en correr hacía un terreno que consideró dificultaría al animal el perseguirla, lástima que ese león fuese lo suficientemente ágil para subir sin muchos problemas.
Claro que si Jiren se volteaba lo primero que vería sería la expresión de terror de Ritsuko, siendo perseguida por un león enfurecido.
En cualquier caso, a la pelirroja no le apetecía visitar ninguno de los lugares mencionados así que con una reverencia y una palabra agradecería al desconocido y se retiraría… de no ser porque este se le adelantó y fue a consultar por indicaciones más precisas a los soldados que iban bajando. A diferencia del aspecto de estos, accedieron a despejarle las dudas al joven de Amegakure y siguieron su camino.
—Muchas gracias —dijo la pelirroja dedicándole una reverencia al contrario una vez que este regresó.
Con solo eso era suficiente para dar por finalizado el encuentro, Ritsuko no tenía más motivos para seguir molestando a aquel chico ni él tenía motivos para seguir hablando con ella. Fue así como se separaron.
«Me tomará días llegar »se lamentaba la kunoichi, quien ya se dirigía hacia el país del bosque, de no ser porque curiosamente se topó cara a cara con un enorme león, tenía alguna que otra marca en el cuerpo, dejando en claro que había tenido sus conflictos pero se mantenía completo e intimidante, mostrando los dientes ante la pelirroja cuyas piernas temblaban violentamente.
Nadie le enseñó cómo reaccionar ante un animal, salvaje, y definitivamente no es lo mismo hacer frente a un animal que a una persona así que lo único que atinó a hacer la genin de Kusa fue echarse a correr ni bien la bestia se abalanzó sobre ella.
—¡Mierda, mierda, mierda! —chillaba mientras corría tan rápido como podía escaleras arriba.
Probablemente hubiese sido una mejor idea correr hacia los soldados que podrían manejar más fácilmente la situación que un par de genins, pero la pelirroja al ser presa del pánico solo pudo pensar en correr hacía un terreno que consideró dificultaría al animal el perseguirla, lástima que ese león fuese lo suficientemente ágil para subir sin muchos problemas.
Claro que si Jiren se volteaba lo primero que vería sería la expresión de terror de Ritsuko, siendo perseguida por un león enfurecido.