14/01/2018, 17:53
El silencio más absoluto se generó entre ambos shinobis. Ninguno parecía en posición de sacar algún tema de conversación y es que por cómo iniciaron todo era de entender, no habían conseguido lo que querían, ninguno de los dos ya sea Ralexion al obtener una declaración de amor de la kunoichi, o esta misma al expresarse de la manera más clara posible.
No tenían mucho para hacer, una jugaba inocentemente con un mechón de su cabello y el otro se dedicaba a observar el entorno sin seguir ningún patrón ni similares.
—Este… imagino que tienes el día libre, ¿verdad? —preguntó alzando vagamente la vista, obligando a sus párpados a alzarse mucho más de lo habitual y dejando en evidencia de que tenía ojos más grandes de lo que siempre aparentó.
Se esperaba una afirmativa de parte del contrario, pero antes de escuchar cualquier respuesta un hombre apareció con aire jovial, cargando consigo lo que sería la comida y el brasero donde podrían cocinar la carne cómo gustasen. Además, preguntó por bebidas que a Ritsuko por lo menos se le había pasado completamente o ya le hubiese hecho el encargo a la otra mesera.
Su compañero se adelantó pidiendo sake, cosa que por algún motivo se le estaba comenzando a hacer habitual a la pelirroja —lo de ver que el chico esté bebiendo alcohol—, pero no iba a tentar de más a su suerte.
—Yo quisiera zumo de naranja —respondió en voz baja y evitando el contacto visual.
Debería bastar para que el empleado la escuchase, ¿verdad? O en el peor de los casos, su acompañante tal vez pasaría el mensaje vagamente transmitido.
No tenían mucho para hacer, una jugaba inocentemente con un mechón de su cabello y el otro se dedicaba a observar el entorno sin seguir ningún patrón ni similares.
—Este… imagino que tienes el día libre, ¿verdad? —preguntó alzando vagamente la vista, obligando a sus párpados a alzarse mucho más de lo habitual y dejando en evidencia de que tenía ojos más grandes de lo que siempre aparentó.
Se esperaba una afirmativa de parte del contrario, pero antes de escuchar cualquier respuesta un hombre apareció con aire jovial, cargando consigo lo que sería la comida y el brasero donde podrían cocinar la carne cómo gustasen. Además, preguntó por bebidas que a Ritsuko por lo menos se le había pasado completamente o ya le hubiese hecho el encargo a la otra mesera.
Su compañero se adelantó pidiendo sake, cosa que por algún motivo se le estaba comenzando a hacer habitual a la pelirroja —lo de ver que el chico esté bebiendo alcohol—, pero no iba a tentar de más a su suerte.
—Yo quisiera zumo de naranja —respondió en voz baja y evitando el contacto visual.
Debería bastar para que el empleado la escuchase, ¿verdad? O en el peor de los casos, su acompañante tal vez pasaría el mensaje vagamente transmitido.