14/01/2018, 20:12
(Última modificación: 14/01/2018, 20:13 por Inuzuka Nabi.)
La entrada de un desconocido en el local animó un poco la desolación que se respiraba a mi alrededor. Estaba entre deprimido y enfadado. El té blanco ayudaba, pero tampoco era un hombro en el que llorar ni un hombro al que darle una paliza así que no me iba a curar ninguna de mis dos enfermedades emocionales.
Como iba diciendo, al menos tenía ese atisbo de animosidad que era la presencia de un extraño. ¿Que cómo podía saber que era un extraño si estaba de espaldas a la puerta? Por la cara del propietario, si hubiera sido un rostro conocido se hubiera encendido como una bombilla a cualquier hora del día en Amegakure, como siempre están nublados...
Me encontraba en una posición cercana a la barra, en la primera mesa si ese modesto galán le daba por voltearse. En cualquier caso, sus palabras fueron como poco graciosas. Tanto que no pude evitar sonreír ante la conversación entre él y el pobre dueño que no sabía ni qué decirle.
—Un té negro, por favor.
Éste no es de aquí, fue el primer pensamiento que provocó su petición en la mente de todos los presentes. Incluso en la de Stuffy, que estaba tumbado a mi lado. El cual estaba inquietamente tranquilo desde aquel incidente con Datsue, como si el espíritu malvado que lo poseía para hacer cochinadas se hubiese liberado del todo.
—Sólo tenemos té blanco, rojo y verde
Si al menos fuera la Capital, pase. Pero, tío, tío, que huevacos hay que tener para venir a la Pequeña Blanca y pedir té negro. HUEVACOS.
—¿Pero no se llaman las Islas del Té? ¿No deberían de tener... yo qué sé, todos los tipos existentes de té?
La típica desinformación del turista que no se entera de nada, si esto es un pueblito de nada, ¿cómo coño van a tener té de todos los tipos?
—Esta isla se llama La Pequeña Blanca. Especializados en té blanco. La Mediana Roja, en té rojo. Y La Capital... en té verde.
Y qué té blanco, colega. ¡Qué té blanco!
—A lo mejor debería de haberse llamado "La Gran Verde", ¿no? ¿Conoce algún sitio en el que sirvan té negro?
—¿De donde viene usted sirven té negro?
—¿Sí?
—Entonces, de donde viene usted.
Esa contestación me sonó tanto que no pude evitar reírme por lo bajo, tal vez no tan por lo bajo como me gustaría, así que tosí para disimular y me acabé de un trago el té. Me levanté con una sonrisa de oreja a oreja y me dispuse a irme. ¿De qué me sonaba ese tipo de comentario? De Datsue no era, era algo con R. De... ¿Riko? No, es más, ¿quien coño era Riko? Ese nombre... era del torneo ese del que me habló Juro.
Me planté en la puerta mirando los alrededores y disfrutando del olor a campo. Que bonito estaba el paisaje en esa época del año.
Como iba diciendo, al menos tenía ese atisbo de animosidad que era la presencia de un extraño. ¿Que cómo podía saber que era un extraño si estaba de espaldas a la puerta? Por la cara del propietario, si hubiera sido un rostro conocido se hubiera encendido como una bombilla a cualquier hora del día en Amegakure, como siempre están nublados...
Me encontraba en una posición cercana a la barra, en la primera mesa si ese modesto galán le daba por voltearse. En cualquier caso, sus palabras fueron como poco graciosas. Tanto que no pude evitar sonreír ante la conversación entre él y el pobre dueño que no sabía ni qué decirle.
—Un té negro, por favor.
Éste no es de aquí, fue el primer pensamiento que provocó su petición en la mente de todos los presentes. Incluso en la de Stuffy, que estaba tumbado a mi lado. El cual estaba inquietamente tranquilo desde aquel incidente con Datsue, como si el espíritu malvado que lo poseía para hacer cochinadas se hubiese liberado del todo.
—Sólo tenemos té blanco, rojo y verde
Si al menos fuera la Capital, pase. Pero, tío, tío, que huevacos hay que tener para venir a la Pequeña Blanca y pedir té negro. HUEVACOS.
—¿Pero no se llaman las Islas del Té? ¿No deberían de tener... yo qué sé, todos los tipos existentes de té?
La típica desinformación del turista que no se entera de nada, si esto es un pueblito de nada, ¿cómo coño van a tener té de todos los tipos?
—Esta isla se llama La Pequeña Blanca. Especializados en té blanco. La Mediana Roja, en té rojo. Y La Capital... en té verde.
Y qué té blanco, colega. ¡Qué té blanco!
—A lo mejor debería de haberse llamado "La Gran Verde", ¿no? ¿Conoce algún sitio en el que sirvan té negro?
—¿De donde viene usted sirven té negro?
—¿Sí?
—Entonces, de donde viene usted.
Esa contestación me sonó tanto que no pude evitar reírme por lo bajo, tal vez no tan por lo bajo como me gustaría, así que tosí para disimular y me acabé de un trago el té. Me levanté con una sonrisa de oreja a oreja y me dispuse a irme. ¿De qué me sonaba ese tipo de comentario? De Datsue no era, era algo con R. De... ¿Riko? No, es más, ¿quien coño era Riko? Ese nombre... era del torneo ese del que me habló Juro.
Me planté en la puerta mirando los alrededores y disfrutando del olor a campo. Que bonito estaba el paisaje en esa época del año.
—Nabi—