14/01/2018, 23:48
—Te contestas tu solo. ¡Qué gracioso eres! No, Reiji-kun, tus compañeros deben estar vivos, de lo contrario, a lo mejor no salís ninguno...
¡Maldición! No solo tenía que asegurar mi supervivencia, sino que también tenía que asegurar la supervivencia de los otros tres. Como no era difícil mantenerse vivo uno mismo en esa situación… Y luego estaba el tema de la confianza. ¿Cómo quería que confiara en unos desconocidos que te dejaban tirado a la minima? Encima, estaba seguro que lo del maíz me iba a volver a suceder. Había perdido el control dos veces, y en ninguna de las dos pude resistirme lo suficiente como para guardar suministros.
Todo se complicaba. Demasiado complicado. No porque fuera un reto para mi inteligencia, sino porque conocía mis propios límites. No había puzles que no pudieran resolverse, pero había acciones que no podían lograrse.
—Joven, ¿de verdad arriesgarías, no tu vida, sino la de tus compañeros, por ayudarme? ¡Yo mismo inventé ese Fuuinjutsu!. Reiji-kun, de verdad que me tocó la lotería cuando te elegí.
¿Qué valor podía tener para mí la vida de unos desconocidos? No, esa no era la pregunta que quería hacerme a mí mismo. Aquella voz, desconocida, tenía valor para mí. Un desconocido que se había portado bien conmigo, que me había ayudado en varias ocasiones, tenía valor para mí. Aquellos que me habían dejado atrás, solo eran meros objetos necesarios para completar el puzzle. Solo eran llaves humanas. Para mí, por el momento, ese era su único valor. Pero quien sabe lo que depara el futuro.
—Sal de aquí, Reiji-kun, creo que vales más que para morir en esta casa...
Sí. Pensé para mis adentros. Por qué sabía que podía escuchar mis pensamientos. Lo había hecho antes, cuando había suplicado servirle a cambio de maíz. “Puede que tengas razón, pero tú me has ayudado a mí, cuando otros no lo hicieron, si puedo hacer ambas cosas las haré, y no pienses que no voy a intentarlo, a mi cerebro le gustan los retos”. Y aunque lo dije con cierta seguridad, todavía me temblaban las piernas.
Entonces se hizo la luz en la habitación. Era tan solo un pequeño cuarto, con una cama plegada y una estantería, pero con una sola puerta, que además estaba detrás de mí. Aquella persona, la de los ojos violáceos y la piel más oscura que la mía, debía ser un espectro atrapado en aquella mansión. Eso, o me había vuelto majara y todo aquello era solo fruto de mi imaginación y del miedo, aunque el maíz tenía un sabor muy real.
Había un papel sobre la puerta. Lo cogí, luego comprobé que la puerta no estaba cerrada, ni con llave ni con nada. Revisé que seguía teniendo la pieza en mi portaobjetos y luego revise el papelito que había cogido, por si era algo importante. Todo ello, sin salir todavía de la habitación.
¡Maldición! No solo tenía que asegurar mi supervivencia, sino que también tenía que asegurar la supervivencia de los otros tres. Como no era difícil mantenerse vivo uno mismo en esa situación… Y luego estaba el tema de la confianza. ¿Cómo quería que confiara en unos desconocidos que te dejaban tirado a la minima? Encima, estaba seguro que lo del maíz me iba a volver a suceder. Había perdido el control dos veces, y en ninguna de las dos pude resistirme lo suficiente como para guardar suministros.
Todo se complicaba. Demasiado complicado. No porque fuera un reto para mi inteligencia, sino porque conocía mis propios límites. No había puzles que no pudieran resolverse, pero había acciones que no podían lograrse.
—Joven, ¿de verdad arriesgarías, no tu vida, sino la de tus compañeros, por ayudarme? ¡Yo mismo inventé ese Fuuinjutsu!. Reiji-kun, de verdad que me tocó la lotería cuando te elegí.
¿Qué valor podía tener para mí la vida de unos desconocidos? No, esa no era la pregunta que quería hacerme a mí mismo. Aquella voz, desconocida, tenía valor para mí. Un desconocido que se había portado bien conmigo, que me había ayudado en varias ocasiones, tenía valor para mí. Aquellos que me habían dejado atrás, solo eran meros objetos necesarios para completar el puzzle. Solo eran llaves humanas. Para mí, por el momento, ese era su único valor. Pero quien sabe lo que depara el futuro.
—Sal de aquí, Reiji-kun, creo que vales más que para morir en esta casa...
Sí. Pensé para mis adentros. Por qué sabía que podía escuchar mis pensamientos. Lo había hecho antes, cuando había suplicado servirle a cambio de maíz. “Puede que tengas razón, pero tú me has ayudado a mí, cuando otros no lo hicieron, si puedo hacer ambas cosas las haré, y no pienses que no voy a intentarlo, a mi cerebro le gustan los retos”. Y aunque lo dije con cierta seguridad, todavía me temblaban las piernas.
Entonces se hizo la luz en la habitación. Era tan solo un pequeño cuarto, con una cama plegada y una estantería, pero con una sola puerta, que además estaba detrás de mí. Aquella persona, la de los ojos violáceos y la piel más oscura que la mía, debía ser un espectro atrapado en aquella mansión. Eso, o me había vuelto majara y todo aquello era solo fruto de mi imaginación y del miedo, aunque el maíz tenía un sabor muy real.
Había un papel sobre la puerta. Lo cogí, luego comprobé que la puerta no estaba cerrada, ni con llave ni con nada. Revisé que seguía teniendo la pieza en mi portaobjetos y luego revise el papelito que había cogido, por si era algo importante. Todo ello, sin salir todavía de la habitación.
![[Imagen: ksQJqx9.png]](https://i.imgur.com/ksQJqx9.png)