15/01/2018, 10:54
— Está... Está bien, Ayame —escuchó la voz de Riko cerca de ella, y Ayame se aferró a ella como a un oasis en mitad del desierto. Tenía que concentrarse en su voz si no quería terminar de enloquecer, al menos con él cerca no estaría sola. Porque si hubiera estado sola...—. Tenemos que encontrar al resto como sea, si queremos salir de aquí tiene que ser todos juntos. Ahora ya sabemos lo que tenemos que hacer, tenemos que encontrar cuatro partes en menos de doce horas, espero no equivocarme pero lo que Juro cogió antes debe de ser una, por lo que nos quedan tres una vez estemos con Jin, así que por favor, tratemos de dejar el miedo de lado.
Ella asintió varias veces. Su cuerpo aún temblaba sin control, pero se estaba esforzando por respirar hondo varias veces y apartar los terroríficos pensamientos que acosaban su ya atormentada mente.
— Vamos, ¿por dónde empezamos? —volvió a hablar.
Ayame alzó la cabeza y se refugió en sus exóticos y hermosos ojos violáceos. Volvió a respirar hondo. Una. Dos. Hasta tres veces.
«Todo está bien. Seguimos juntos.» Se recordó, tratando por todos los medios de calmarse.
—Ya... ya hemos visitado la cocina y una de las habitaciones... No creo que encontremos nada allí... —Y tampoco le apetecía nada acercarse al cuarto del hombre ahorcado—. Si no recuerdo mal, de ese mapa que tienes aún queda una habitación para completar el ala este de la casa...
Temblorosa como estaba, tardó algunos segundos más en reincorporarse. Y cuando lo hizo, lo hizo entre peligrosos tambaleos. No podía evitarlo, nunca había sentido tanto miedo como entonces. Pero, por mucho miedo que sintiera, si no seguía adelante jamás podría salir de allí. Debía apoyarse en la presencia de Riko para no quedarse petrificada en el sitio.
—Hay que reunir cuatro piezas... Jin tiene la que encontró Juro... Ay, espero que estén bien... —gimoteó, y su sinceridad iba más allá de que los necesitaban para la supervivencia del grupo. Iba incluso más allá del rencor que había sentido hacia Jin por no haberles ayudado antes. Le preocupaba su seguridad y jamás sería capaz de desearle el mal a nadie de aquella manera.
Fueran adonde fueran, Ayame se sumió en un tenso silencio mientras caminaban. No dejaba de darle vueltas a las palabras que les había dicho El Ahorcado, que era como había decidido llamarle.
—No paran de hablar de un tal Hiro —compartió sus pensamientos en voz alta, al cabo de varios segundos. Quizás necesitaba conocer la opinión de Riko al respecto, quizás simplemente temía quedarse en completo silencio y se estaba refugiando en su voz—. Incluso Juro pronunció ese nombre cuando parecía estar... "poseído"... ¿Qué fue lo que dijo sobre él? ¿Que mataron a Hiro por culpa de alguien...? El Ahorcado dijo que pertenecía a su grupo, así que él no puede ser Hiro. Así que tenemos a tres personajes en esta historia: Hiro, El Ahorcado, y esa tal Midori. —A medida que enumeraba los nombres, iba levantando uno a uno los dedos de su mano derecha—. También dijo que el grupo era de cinco personas, así que aún hay dos que no conocemos... ¿Crees que fue Midori quien mató a Hiro? El Ahorcado dijo que fue la más sádica...
Ella asintió varias veces. Su cuerpo aún temblaba sin control, pero se estaba esforzando por respirar hondo varias veces y apartar los terroríficos pensamientos que acosaban su ya atormentada mente.
— Vamos, ¿por dónde empezamos? —volvió a hablar.
Ayame alzó la cabeza y se refugió en sus exóticos y hermosos ojos violáceos. Volvió a respirar hondo. Una. Dos. Hasta tres veces.
«Todo está bien. Seguimos juntos.» Se recordó, tratando por todos los medios de calmarse.
—Ya... ya hemos visitado la cocina y una de las habitaciones... No creo que encontremos nada allí... —Y tampoco le apetecía nada acercarse al cuarto del hombre ahorcado—. Si no recuerdo mal, de ese mapa que tienes aún queda una habitación para completar el ala este de la casa...
Temblorosa como estaba, tardó algunos segundos más en reincorporarse. Y cuando lo hizo, lo hizo entre peligrosos tambaleos. No podía evitarlo, nunca había sentido tanto miedo como entonces. Pero, por mucho miedo que sintiera, si no seguía adelante jamás podría salir de allí. Debía apoyarse en la presencia de Riko para no quedarse petrificada en el sitio.
—Hay que reunir cuatro piezas... Jin tiene la que encontró Juro... Ay, espero que estén bien... —gimoteó, y su sinceridad iba más allá de que los necesitaban para la supervivencia del grupo. Iba incluso más allá del rencor que había sentido hacia Jin por no haberles ayudado antes. Le preocupaba su seguridad y jamás sería capaz de desearle el mal a nadie de aquella manera.
Fueran adonde fueran, Ayame se sumió en un tenso silencio mientras caminaban. No dejaba de darle vueltas a las palabras que les había dicho El Ahorcado, que era como había decidido llamarle.
—No paran de hablar de un tal Hiro —compartió sus pensamientos en voz alta, al cabo de varios segundos. Quizás necesitaba conocer la opinión de Riko al respecto, quizás simplemente temía quedarse en completo silencio y se estaba refugiando en su voz—. Incluso Juro pronunció ese nombre cuando parecía estar... "poseído"... ¿Qué fue lo que dijo sobre él? ¿Que mataron a Hiro por culpa de alguien...? El Ahorcado dijo que pertenecía a su grupo, así que él no puede ser Hiro. Así que tenemos a tres personajes en esta historia: Hiro, El Ahorcado, y esa tal Midori. —A medida que enumeraba los nombres, iba levantando uno a uno los dedos de su mano derecha—. También dijo que el grupo era de cinco personas, así que aún hay dos que no conocemos... ¿Crees que fue Midori quien mató a Hiro? El Ahorcado dijo que fue la más sádica...