15/01/2018, 14:59
La mujer anotó ambos pedidos y se marchó por donde había venido. Eri apoyó su cabeza sobre la mano izquierda y ocultó un bostezo con la que quedaba libre, mirando como el cielo nocturno coronaba la parte superior de la ciudad.
—No me había dado cuenta de que ya era de noche...
—¿Uh? —Eri levantó su cabeza para mirar a Ayame directamente —. ¿Ocurre algo, Ayame-san? —preguntó por el comentario que la susodicha había murmurado. Luego miró por la ventana de nuevo, justo al punto donde miraba ella —. ¿Qué pasa con la noche? ¿Tenías que ir a algún sitio? —preguntó, curiosa.
No pudo añadir más preguntas pues la mujer que les había atendido pronto trajo ambos batidos en un vaso de cristal en tubo, abriéndose en lo más alto. En la cima había nata decorando el batido y una pajita de color azul terminaba apuntando hacia quien lo había pedido.
—¡Qué aproveche! —alegó la mujer, retirándose de nuevo una vez dicho.
Pero Eri miraba a Ayame, sin todavía atreverse a probar un sorbo de aquel batido.
—No me había dado cuenta de que ya era de noche...
—¿Uh? —Eri levantó su cabeza para mirar a Ayame directamente —. ¿Ocurre algo, Ayame-san? —preguntó por el comentario que la susodicha había murmurado. Luego miró por la ventana de nuevo, justo al punto donde miraba ella —. ¿Qué pasa con la noche? ¿Tenías que ir a algún sitio? —preguntó, curiosa.
No pudo añadir más preguntas pues la mujer que les había atendido pronto trajo ambos batidos en un vaso de cristal en tubo, abriéndose en lo más alto. En la cima había nata decorando el batido y una pajita de color azul terminaba apuntando hacia quien lo había pedido.
—¡Qué aproveche! —alegó la mujer, retirándose de nuevo una vez dicho.
Pero Eri miraba a Ayame, sin todavía atreverse a probar un sorbo de aquel batido.