16/01/2018, 01:37
—¡Alguien me ha atacado! ¡Y me han robado mi bolso!— Exclamó la mujer, con tono casi histérico.
—Ay mierda, la puta madre, ¡me lleva la que me trajo!— farfullaba mientras trataba de buscar una servilleta o algo, pero en su defecto decidió tomar parte del mantel para secarse la mano.
—¡Qué nadie se mueva de sus lugares!— ordenó la misma voz de antes. —Ninguno debe salir de este sitio hasta que se encuentre al ladrón— Inmediatamente, se escuchó el sonido de la puerta principal siendo cerrada de golpe, probablemente por los guardias de la entrada.
—No puede ser...
No pasó mucho tiempo, pues al cabo de unos 5 minutos decidieron usar candelabros para alumbrar el lugar. Cada uno tenía 3 velas, y los camareros se encargaron de llevar y dejar uno en cada una de las mesas de los comensales. Fue así que el joven Isa pudo darse cuenta de que había derramado el plato de ramen de una muchacha castaña. —Ah joder, no fue mi intención tirarte la cena—. Se llevó la mano a la nuca, sin saber que más decirle.
—Calma todos, debemos encontrar al culpable del robo y entregarlo a las autoridades— Ahora podían ver a la persona que estaba detrás de la voz de los anuncios. —Esto será más rápido si todos cooperamos— dijo aquel hombre, vestido de traje negro formal, luciendo una cabellera rubia perfectamente peinada.
—El ladrón me hizo daño con algo filoso— señaló la mujer que parecía ser la víctima, la cuál vestía un vestido blanco de gala y se encontraba parada a la par del anunciante. En efecto, tenía una cortada en el antebrazo derecho. —Por favor, dentro estaba la argolla de mi casamiento, es muy valiosa para mí y no quisiera perderla— Parecía estar angustiada.
—¡Tú!, el niño pelimorado... Eres el único que no estaba sentado en su lugar, por lo cual eres el primer sospechoso.
—¿QUÉ?— se indignó ante la acusación. —Esa es una acusación estúpida y todos deberían saberlo— quiso defenderse, pero los demás asistentes no lucían muy convencidos.
—Ay mierda, la puta madre, ¡me lleva la que me trajo!— farfullaba mientras trataba de buscar una servilleta o algo, pero en su defecto decidió tomar parte del mantel para secarse la mano.
—¡Qué nadie se mueva de sus lugares!— ordenó la misma voz de antes. —Ninguno debe salir de este sitio hasta que se encuentre al ladrón— Inmediatamente, se escuchó el sonido de la puerta principal siendo cerrada de golpe, probablemente por los guardias de la entrada.
—No puede ser...
No pasó mucho tiempo, pues al cabo de unos 5 minutos decidieron usar candelabros para alumbrar el lugar. Cada uno tenía 3 velas, y los camareros se encargaron de llevar y dejar uno en cada una de las mesas de los comensales. Fue así que el joven Isa pudo darse cuenta de que había derramado el plato de ramen de una muchacha castaña. —Ah joder, no fue mi intención tirarte la cena—. Se llevó la mano a la nuca, sin saber que más decirle.
—Calma todos, debemos encontrar al culpable del robo y entregarlo a las autoridades— Ahora podían ver a la persona que estaba detrás de la voz de los anuncios. —Esto será más rápido si todos cooperamos— dijo aquel hombre, vestido de traje negro formal, luciendo una cabellera rubia perfectamente peinada.
—El ladrón me hizo daño con algo filoso— señaló la mujer que parecía ser la víctima, la cuál vestía un vestido blanco de gala y se encontraba parada a la par del anunciante. En efecto, tenía una cortada en el antebrazo derecho. —Por favor, dentro estaba la argolla de mi casamiento, es muy valiosa para mí y no quisiera perderla— Parecía estar angustiada.
—¡Tú!, el niño pelimorado... Eres el único que no estaba sentado en su lugar, por lo cual eres el primer sospechoso.
—¿QUÉ?— se indignó ante la acusación. —Esa es una acusación estúpida y todos deberían saberlo— quiso defenderse, pero los demás asistentes no lucían muy convencidos.