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Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
#3
Menos mal que Daruu tenía los reflejos de un felino. Antes de que la flecha pudiera rozarle siquiera, había desviado su curso con una ráfaga de chakra lanzada desde su mano derecha, extendida hacia el proyectil.

—Uff... ¿P-pero se puede saber qué haces disparando con los ojos vendados? —exclamó, visiblemente alarmado—. ¡Que tú no tienes el Byakugan!

Ayame se llevó una mano a la nuca, pero no pudo evitar esbozar una sonrisa enigmática ante las palabras de su compañero. Ella no tenía el Byakugan, era cierto, pero guardaba un as bajo la manga que no pensaba revelar aún. Después de todo, Daruu, más allá de ser su pareja, su mejor amigo y su compañero de equipo, también era su rival.

Después del accidentado incidente, él se acercó entre pasos acelerados, la tomó por los hombros y la atrajo hacia él. Las mejillas de Ayame se incendiaron cuando le dio un beso en la frente, justo sobre su luna azul.

—¿Qué pasa, pequeña? —le susurró con cariño, y ella creyó que iba a derretirse entre sus brazos. Sin ganas de evitarlo, le abrazó con fuerza y apoyó la cabeza sobre su hombro. Su olor, aquel olor que tanto le relajaba y le gustaba, no tardó en inundarla—. Hace unos días que no te veo. Parece que te va bien el entrenamiento.

—Sí, he estado algo liada estos días... —confesó, separándose un poco de él para poder mirarle—. La verdad es que no me puedo quejar, aunque me había olvidado de lo estricto que es mi padre cuando se trata de entrenar...

Sonrió, nerviosa. Desde lo sucedido con los Kajitsu Hōzuki, Zetsuo había cumplido su promesa a raja tabla. Prácticamente no le había dado tregua desde entonces, y no sólo la había ayudado a terminar de dominar una técnica ilusoria que se le resistía sino que además le había enseñado una nueva. Todo ello, por supuesto, bajo su inflexible puño de hierro.

—Bonito arco —señaló, haciendo referencia al artilugio que llevaba adosado a su antebrazo.

—¿Te gusta? —preguntó, ilusionada, al tiempo que levantaba el brazo y lo giraba para que pudiera verlo mejor—. Hacía mucho que lo tenía, pero no terminaba de cogerle el tranquillo. Además, llevarlo siempre encima era un poco engorroso así que le pedí consejo a Zetsuo y a Kōri y me inspiré en el mecanismo oculto de kunai para hacerle unas pequeñas modificaciones. Así —extendió el brazo, y con un giro de muñeca el arco se desplegó de nuevo sobre su mano—, no necesito cargarlo siempre ni me resta movilidad a los brazos.

Henchida de orgullo como un pavo real, Ayame volvió a plegar el arma de nuevo.

Ninguno de los dos se dio cuenta de la presencia que había invadido el lugar hasta que una gélida brisa acarició sus nucas. Ya conocía aquella sensación, pero Ayame se estremeció de todas maneras cuando Kōri apareció detrás de ellos.

—¡Buenos días, Kōri...-sensei! —Se apresuró a añadir. Jamás se iba a acostumbrar a llamarle así.

—Buenos días —saludó el Jōnin, con su habitual inexpresividad. Estaba rebuscando en uno de los bolsillos de su chaqueta blanca, y no tardó en encontrar lo que estaba buscando—. Tal y como os prometí. Esto os va a gustar.

El pergamino que les estaba tendiendo era muy diferente a los que habían recibido hasta el momento. No tenía la letra D sellada en su abertura, sino...

—Una misión de rango C... —murmuró Ayame, entre maravillada y asustada.

¡Se acabaron los recados! ¡Ahora era cuando empezaban las misiones ninja de verdad! ¡Al fin podría demostrar lo que podía hacer! Pero... Podría hacerlo, ¿verdad...?

Quería tomar el pergamino, lo deseaba con todas sus fuerzas, pero sus manos no le respondían.
[Imagen: kQqd7V9.png]
Sprite por Karvistico.


—Habitación de Ayame: Link

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Mensajes en este tema
(C) Al otro lado del papel - por Aotsuki Ayame - 15/01/2018, 11:45
RE: (C) Al otro lado del papel - por Aotsuki Ayame - 16/01/2018, 12:01
RE: (C) Al otro lado del papel - por Sama-sama - 12/03/2018, 00:17


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