16/01/2018, 23:28
Correr era lo único que podía hacer, principalmente por el miedo de estar siendo perseguida por una bestia bastante más grande que ella y que seguramente la podría matar con tan solo un zarpazo. Para empeorar la situación, el de Amegakure decidió simplemente saltar a un lado y escalar por las paredes, dejando a Ritsuko completamente sola. «¡Serás…! »quería gritarle todo, pero en el fondo lo entendía, no tenía por qué dejarse matar por solo acompañar a una desconocida.
Y de todas maneras la pelirroja no dejaba de maldecirle en su mente por dejarla sola.
Hasta que el de cabellos oscuros lanzó una técnica de agua que hizo que la bestia resbalase un poco. Se frenó en seco, se aseguró de estabilizarse y soltó un rugido aterrador, que al menos a Ritsuko le llegó con la fuerza suficiente para que se echase a correr más rápido todavía.
—¡No, no, no, no! —chillaba la kunoichi que viéndose incapaz de mantenerse fuera del alcance de la bestia fue alcanzada finalmente.
El animal podría haber saltado sobre ella, podría haberle dado un zarpazo o una mordida con la que matarla fácilmente pero en su lugar, llevó la cabeza debajo de las piernas de la chica y la levantó fácilmente dejándola sentada sobre su lomo.
Claro que la chica se quedó estupefacta ante tal cosa, ni siquiera sabía si era conveniente que se quedase allí arriba o lo mejor era salir corriendo de alguna manera, pero la bestia pareció tranquilizarse, o por lo menos ya no corría.
—A la próxima te juro que me la cobro —advirtió el león.
Que sí, el león estaba hablando y a juzgar por su tono, iba muy en serio con esa advertencia. Y pronto se giró a mirar al otro shinobi, el que le había soltado el mizurappa en la cara.
—Tú, el de Amegakure, ven acá —exigió dedicándole una mirada fulminante.
Sería comprensible si Jiren se negaba a acercarse, el animal era imponente a pesar de que su gran melena se veía considerablemente más pequeña por estar empapada.
Y de todas maneras la pelirroja no dejaba de maldecirle en su mente por dejarla sola.
Hasta que el de cabellos oscuros lanzó una técnica de agua que hizo que la bestia resbalase un poco. Se frenó en seco, se aseguró de estabilizarse y soltó un rugido aterrador, que al menos a Ritsuko le llegó con la fuerza suficiente para que se echase a correr más rápido todavía.
—¡No, no, no, no! —chillaba la kunoichi que viéndose incapaz de mantenerse fuera del alcance de la bestia fue alcanzada finalmente.
El animal podría haber saltado sobre ella, podría haberle dado un zarpazo o una mordida con la que matarla fácilmente pero en su lugar, llevó la cabeza debajo de las piernas de la chica y la levantó fácilmente dejándola sentada sobre su lomo.
Claro que la chica se quedó estupefacta ante tal cosa, ni siquiera sabía si era conveniente que se quedase allí arriba o lo mejor era salir corriendo de alguna manera, pero la bestia pareció tranquilizarse, o por lo menos ya no corría.
—A la próxima te juro que me la cobro —advirtió el león.
Que sí, el león estaba hablando y a juzgar por su tono, iba muy en serio con esa advertencia. Y pronto se giró a mirar al otro shinobi, el que le había soltado el mizurappa en la cara.
—Tú, el de Amegakure, ven acá —exigió dedicándole una mirada fulminante.
Sería comprensible si Jiren se negaba a acercarse, el animal era imponente a pesar de que su gran melena se veía considerablemente más pequeña por estar empapada.