17/01/2018, 15:18
(Última modificación: 17/01/2018, 15:18 por Inuzuka Nabi.)
Cuando salí por la puerta escuché como el chico se levantaba apresurado para imitarme, aún así me alejé un poco sin girarme para darle la oportunidad de acobardarse sin que nadie lo viera. Al fin y al cabo, yo era un ninja de Uzushiogakure, de los de verdad, y él, un turista con un gran concepto de sí mismo. Pero al oir su voz solo pude suspirar. Me giré casi a regañadientes para ver qué tenía que decirme.
—¡Eh, tú! Tienes la lengua muy suelta. ¿Tratas a todo el mundo que no es de tu país igual? Sois muy acogedores y amables, los ninjas de Uzushio.
Cuando después del ¡Eh, tú! escupió, me recordó al típico personaje de novela tan cazurro y tan de pueblo que solo hace tonterías, y en parte me volvió a hacer gracia pero me desalentó aún más. ¿Qué hacía yo discutiendome con un paleto?
»Mira, he tenido problemas con gente de tu aldea en otras ocasiones, y no me importaría que volviese a pasar. Si quieres pelea, la vas a tener, ¿eh?
Al principio no dije nada, me rasqué la nuca y sopesé qué hacer. En verdad, no había dicho lo que había dicho para enfadarle, bueno, un poco sí, pero es que tenía un ego que no le cabía y sentía la necesidad imperiosa de ponerlo en su lugar, que fuera el que fuera, no estaba tan alto como él se creía.
Pero de ahí, a darle una paliza a un civil... Ni que fuera amenio.
— Mira, eh... Ténegro-chan... No quería ofenderte, a ver, sí, pero solo porque has estado muy maleducado ahí dentro. Y desde luego, te aseguro, que no quiero pegarme contigo. De paso, te recomiendo que no vayas por ahí insultando a shinobis, porque estaras acostumbrado a las buenas maneras de los uzuneses, pero cuando pilles a un kuseño o a un amenio... Un kuseño aún, pero en Amegakure son unos violentos asesinos que no se cortaran un pelo en ir a por ti aunque seas un civil. Yo no podría, por supuesto.
Intenté no sonar agresivo y sonar comprensivo y halagüeño, aunque en realidad no tenía ni idea de cómo sonaba eso.
— Y esa gente de mi aldea con la que has tenido problemas... ¿no se llamaría Datsue por casualidad?
No sé porqué me daba a mi que ese tenía que estar metido en cualquier fregado.
—¡Eh, tú! Tienes la lengua muy suelta. ¿Tratas a todo el mundo que no es de tu país igual? Sois muy acogedores y amables, los ninjas de Uzushio.
Cuando después del ¡Eh, tú! escupió, me recordó al típico personaje de novela tan cazurro y tan de pueblo que solo hace tonterías, y en parte me volvió a hacer gracia pero me desalentó aún más. ¿Qué hacía yo discutiendome con un paleto?
»Mira, he tenido problemas con gente de tu aldea en otras ocasiones, y no me importaría que volviese a pasar. Si quieres pelea, la vas a tener, ¿eh?
Al principio no dije nada, me rasqué la nuca y sopesé qué hacer. En verdad, no había dicho lo que había dicho para enfadarle, bueno, un poco sí, pero es que tenía un ego que no le cabía y sentía la necesidad imperiosa de ponerlo en su lugar, que fuera el que fuera, no estaba tan alto como él se creía.
Pero de ahí, a darle una paliza a un civil... Ni que fuera amenio.
— Mira, eh... Ténegro-chan... No quería ofenderte, a ver, sí, pero solo porque has estado muy maleducado ahí dentro. Y desde luego, te aseguro, que no quiero pegarme contigo. De paso, te recomiendo que no vayas por ahí insultando a shinobis, porque estaras acostumbrado a las buenas maneras de los uzuneses, pero cuando pilles a un kuseño o a un amenio... Un kuseño aún, pero en Amegakure son unos violentos asesinos que no se cortaran un pelo en ir a por ti aunque seas un civil. Yo no podría, por supuesto.
Intenté no sonar agresivo y sonar comprensivo y halagüeño, aunque en realidad no tenía ni idea de cómo sonaba eso.
— Y esa gente de mi aldea con la que has tenido problemas... ¿no se llamaría Datsue por casualidad?
No sé porqué me daba a mi que ese tenía que estar metido en cualquier fregado.
—Nabi—