17/01/2018, 20:16
El ave los miró con aquellos ojos impasibles.
—¿La cima? —quedó en silencio unos instantes— ¿Sois peregrinos? Hace tanto tiempo que no veo a viajeros escalando hasta el Cielo...
Ralexion tragó saliva y finalmente se armó de valor suficiente como para alzar su voz y responderle al inaudito ser. Al principio sus palabras sufrían de un tono nimio, pero según soltó un par fue recuperando un tono más aceptable.
—Y-Yo no vengo como peregrino pero... me gustaría ver la cima... —reveló a pesar de que temía que al pájaro no le resultase un motivo aceptable para estar allí.
Una vez más, la referida se tomó unos largos e incómodos instantes para responder. Había un elemento extra que emanaba de su casi palpable presencia, camuflado entre su hostilidad y belleza. Era... comprensión. Parecía que el ave era consciente del miedo que infundía en pequeños e insignificantes humanos como aquellos, y no le gustaba.
—Está bien. Si deseáis alcanzar la cima no os lo impediré, pero escuchad mi advertencia: si le producís cualquier tipo de daño a la montaña o a las criaturas que habitan en ella sufriréis mi ira. ¡Estáis avisados!
Graznó de nuevo con potencia, como si quisiese darle todavía más impacto a sus palabras, entonces ascendió a toda velocidad y desapareció tras las nubes como había hecho antes. Los dos jóvenes genins quedaron solos.
—Wow... subir hasta aquí ha merecido la pena tan solo por ver algo así... —rió, nervioso.
—¿La cima? —quedó en silencio unos instantes— ¿Sois peregrinos? Hace tanto tiempo que no veo a viajeros escalando hasta el Cielo...
Ralexion tragó saliva y finalmente se armó de valor suficiente como para alzar su voz y responderle al inaudito ser. Al principio sus palabras sufrían de un tono nimio, pero según soltó un par fue recuperando un tono más aceptable.
—Y-Yo no vengo como peregrino pero... me gustaría ver la cima... —reveló a pesar de que temía que al pájaro no le resultase un motivo aceptable para estar allí.
Una vez más, la referida se tomó unos largos e incómodos instantes para responder. Había un elemento extra que emanaba de su casi palpable presencia, camuflado entre su hostilidad y belleza. Era... comprensión. Parecía que el ave era consciente del miedo que infundía en pequeños e insignificantes humanos como aquellos, y no le gustaba.
—Está bien. Si deseáis alcanzar la cima no os lo impediré, pero escuchad mi advertencia: si le producís cualquier tipo de daño a la montaña o a las criaturas que habitan en ella sufriréis mi ira. ¡Estáis avisados!
Graznó de nuevo con potencia, como si quisiese darle todavía más impacto a sus palabras, entonces ascendió a toda velocidad y desapareció tras las nubes como había hecho antes. Los dos jóvenes genins quedaron solos.
—Wow... subir hasta aquí ha merecido la pena tan solo por ver algo así... —rió, nervioso.