18/01/2018, 20:13
El joven comenzó a hablar, explicando sus ideas sobre o bien, dejar a la pelirroja completamente sola y a su suerte, o mismo, plantarle cara e intentar matar a la enorme bestia. Solo que por cómo se expresó el animal se quedó estático por un instante mirándole con el ceño levemente fruncido.
—¿El qué lo qué? —preguntó con un tono bastante más amigable.
«Se le han enredado las ideas… »pensó Ritsuko, quien prefirió guardar total silencio en lugar de aportar nada a la conversación entre aquellos dos. De lo contrario podría ser que alguno termine ofendido y lo que menos quería era quedarse en malos términos con cualquiera de los dos.
Dejando las ideas de Jiren a un lado, el animal miró hacia abajo, por donde se desciende de aquella extraña construcción y ciertamente, una caída por allí podría significar muchas cosas entre ellas la muerte, aunque seguramente pudiera esfumarse en una nube de humo en lugar de soportar tremendo castigo. Así que la idea del chico no estaba tan errada, aunque no tan efectiva como se imaginaría.
Guardó silencio, devolvió la mirada al de Amegakure y tomó asiento, ignorando que así dificultaba a la kunoichi el mantenerse sobre él. Pero Ritsuko se las arregló para aferrarse a él con brazos y piernas, aunque claramente asustada y fuera del alcance de la vista del shinobi.
—Pues resulta que sí soy un león común, solo que puedo hablar —dijo el gran felino con absoluta sinceridad—. Solo vine a buscar a esta chica, no te haces una idea de lo mala que es para orientarse —afirmó ignorando totalmente las protestas de la fémina.
No esperaba que le creyese, pero si algo iba a hacer, eso era llevarse a la kusajin de vuelta.
—¿Alguna otra pregunta? Que no sea filosófica, por favor.
—¿El qué lo qué? —preguntó con un tono bastante más amigable.
«Se le han enredado las ideas… »pensó Ritsuko, quien prefirió guardar total silencio en lugar de aportar nada a la conversación entre aquellos dos. De lo contrario podría ser que alguno termine ofendido y lo que menos quería era quedarse en malos términos con cualquiera de los dos.
Dejando las ideas de Jiren a un lado, el animal miró hacia abajo, por donde se desciende de aquella extraña construcción y ciertamente, una caída por allí podría significar muchas cosas entre ellas la muerte, aunque seguramente pudiera esfumarse en una nube de humo en lugar de soportar tremendo castigo. Así que la idea del chico no estaba tan errada, aunque no tan efectiva como se imaginaría.
Guardó silencio, devolvió la mirada al de Amegakure y tomó asiento, ignorando que así dificultaba a la kunoichi el mantenerse sobre él. Pero Ritsuko se las arregló para aferrarse a él con brazos y piernas, aunque claramente asustada y fuera del alcance de la vista del shinobi.
—Pues resulta que sí soy un león común, solo que puedo hablar —dijo el gran felino con absoluta sinceridad—. Solo vine a buscar a esta chica, no te haces una idea de lo mala que es para orientarse —afirmó ignorando totalmente las protestas de la fémina.
No esperaba que le creyese, pero si algo iba a hacer, eso era llevarse a la kusajin de vuelta.
—¿Alguna otra pregunta? Que no sea filosófica, por favor.